En las madrugadas, mientras dibujo, me vienen a mi memoria recuerdos de tiempos pasados referente a mi profesión de dibujante y dejo que me llenen las horas al son de la música que me acompaña en el silencio de la noche.
En mi adolescencia, llegaban a mi ciudad revistas de historietas de la vecina orilla o sea de la República Argentina , y también de México, de la editorial Novaro, Sea, La Prensa ,etc.
Pero lo que me atraía eran los avisos de las escuelas que enseñaban a dibujar, ya que mi intención era aprender, aunque en aquella época no tenía ni para comprarme las revistas, ya que las canjeaba o leía de prestado.
Uno de aquellos avisos era el de Continental School y enviaban gratis folletos a color a quién lo solicitara rellenando un cupón que se encontraba al pié de página. Fue lo que hice y al poco tiempo recibí un hermoso folleto impreso en buen papel y con el temario de las lecciones y dibujos de artistas que habían triunfado. Fue impactante y traté de convencer a mis padres que me dieran una remesa mensual para pagar dicho curso humorístico y que terminaba con lecciones especializadas en dibujos animados…
Como en mi casa la única entrada de dinero era por mi padre, era imposible pagarme esos cursos.
-“Cuando termines la secundaria y trabajes te lo podrás pagar”, palabras más, palabras menos, pero esa fue la contestación.Un amigo del barrio había comprado el curso pero se quedó en la mitad sin poder pagarlo y me prestó las pocas lecciones que había adquirido. Para mí fue un sueño. Aprendería dibujo, por fin. Pero no fue así. Faltaba la parte de dibujo serio, el profesor que vigilara, corrigiera y aconsejara, además estaba incompleto.
Como las escuelas de dibujo de aquella época enviaban gratis los folletos, mandé a todas y así obtuve folletería de “Escuelas Maine”, “Profesional School” “Modern School”, pero la que me dio el vuelco fue “Escuela Panamericana de Arte”
12 Famosos Artistas del momento que enseñaban su técnica y estilo. Dibujantes que había visto en aquellas revistas y cuyos cuadros recortaba haciendo un álbum. En esa escuela estaban Tito Menna, Enrique Vieytes, Carlos Roume, Hugo Pratt, Alberto Breccia, Narciso Bayón, Carlos Freixas, Luís A. Domínguez, Pablo Pereira, Angel Borisoff, Joaquín Albistur y Joao Mottini. ¡Era lo que buscaba! Pero la contestación de mis padres fue la misma: “Cuando trabajes te lo podrás pagar”...
Y tuve que esperar varios años, pero cuando gané mi primer sueldo como empleado de contabilidad en un comercio, mandé la matrícula, hice el giro bancario y a esperar.
Hasta que por fin llegó un sobre enorme, con una carpeta con 12 lecciones dobles, más hojas para hacer los deberes y un folleto instrutivo.
Yo trabajaba de 8 a 18, luego hacía remo en una institución deportiva y por las noches devoraba aquellas lecciones y dibujaba todo lo que me pedían y más también. Había que dibujar mucho del natural y para eso hacía posar a mis amigos. Como mi padre tenía un caballo y dos perros , esos eran otros de mis modelos. Los sábados de tarde, junto a otro amigo, que ahora es pintor: Alfredo Dellasanta, salíamos a tomar apuntes de paisajes o a pintarlos directamente al óleo.