XANADU 19

martes, 5 de enero de 2010

MEMORIAS DESDE MI TABLERO

El deseo más persistente en mi adolescencia era que al recibirme de dibujante, poder publicar una tira con un personaje de mi creación, como los que tanto admiraba de los dibujantes extranjeros: “Terry y los piratas” de Milton Caniff, “El corazón de Juliet Jones” de Stan Drake  y Capplin, “Steve Roper and Mike Nomad” de Saunders y Woggon  , “Tarzán” de Russ Manning,”Kerry Drake” de Alfred Andriola, Big Ben Bolt, de John Cullen Murphy, y por estos pagos “Vito Nervio” de Breccia y Wadel, que aunque no era en tiras, tenía sus características porque Breccia lo dibujaba en tiras y luego en la editorial hacían el montaje a 4 por página.
Estábamos en 1963, vivía en mi ciudad Nueva Palmira y ya tenía mi diploma de la Escuela Panamericana de Arte  y con un amigo de la infancia (mi primo Omar De los Santos)que le gustaba mucho la historieta, pero carecía del don del dibujo pero sí del guión, hicimos nuestro primer avance en las tiras.

Fase 1: El primer encargo
Mi amigo tenía unos conocidos en Seusa (La Mañana y El Diario que publicaba un suplemento semanal de historietas, sindicado, por supuesto)  concretó una entrevista, a la que asistimos y nos atendió el secretario de redacción (un reconocido escritor cuyo nombre me reservo).
Yo había dibujado unas 25 tiras a tamaño americano: 25 por 50 cms, en blanco y negro de una historia que se basaba en los problemas juveniles ocurridos en una clase de un liceo. Luego de barajar muchas posibilidades nos habíamos inclinado por este tema, intentando llegar al público adolescente; después nos enteramos que es el que menos lee historietas…
Al ver las tiras, aquél hombre de cabello ya cano y grandes lentes, quedó muy interesado y nos dijo que a pesar que la empresa ya compraba material sindicado, habíamos llegado en el momento justo para presentar una tira completamente uruguaya.
¡Era increíble con la seguridad que nos lo dijo, pero…había que buscar otro tema más interesante, más atractivo, que el directorio de la empresa no dudara y nos contratara! Y se fue, volviendo al rato con la colección del mes de uno de los diarios de la empresa y nos lo puso delante:¡ese era el tema! ¡la tira debía tratar sobre el gran robo al tren de Londres que había ocurrido hacía poco y nosotros podríamos imaginar que los tipos venían escapando a Punta del Este, etc, etc!” Mi amigo le dijo que él podía escribir el guión si le daba algunos diarios y cuánto tiempo necesitábamos para llevarle las primeras tiras: “Tienen un mes, pero deberíamos contar con unas 60 tiras por lo menos porque así el diario no se queda sin material y como ustedes viven tan lejos” (Nueva Palmira, mi ciudad está a 275 kms.de Montevideo, pero en los 60´s estábamos en China!) Ni se habló de dinero. Lo más importante estaba “logrado”…
Y nos fuímos.
Entre mareados y contentos. La parte más compleja era la mía que tenía que dibujar dos tiras diarias y de noche, porque de día trabajaba en un comercio como auxiliar administrativo para ayudar en mi casa, pero era lo que había deseado y me propuse hacerlo.
Mi primo se quedó en Montevideo, estudiando y semanalmente me enviaba por correo los guiones, fotos y recortes de lo que se publicaba en los diarios y además seguía manteniendo un diálogo telefónico con aquél señor canoso de lentes, tan amable que nos había “abierto las puertas a la fama”.
El personaje principal de la tira era un escritor uruguayo: Richard D, que iba narrando los sucesos acaecidos en la lejana Inglaterra y el robo del siglo.

Fase 2 La ilusión marchitada
Cuando tuve las primeras 20, vine a mostrárselas al amable secretario de redacción, quién quedó encantado y aumentó mis ilusiones al felicitarme por los dibujos, y decirle a mi primo que el guión estaba “muy interesante”.
De vuelta a mi casa, “metí pluma y pincel” para adelantar lo más posible y cuando anduve por las 50 volví a Montevideo. Ya imaginaba mi tira al pié de página de uno de aquellos diarios. Lo demás vendría solo.
Al hombre amable tuvimos que esperarlo como tres horas aquella mañana. Justo ese dia entraba más tarde y a pesar que mi amigo le había comunicado por telefono que íbamos a ir, se hizo esperar. Me pidió que le dejara todas las tiras y que nos contestaria en dos días y que yo terminara las 10 restantes, a lo que le respondí que ya habia gastado en material, viajes y además, cada vez que venía a Montevideo, me descontaban el día en mi trabajo. Que me asegurara cuánto íbamos a cobrar. El amable señor nos dijo que no nos preocupáramos que con el solo hecho de publicar en tan importante diario, estaríamos pagos, entonces mi primo lo encaró y le dijo que no nos tomara el pelo, que el trabajo debía tener un precio y que gratis no íbamos a trabajar. Nosotros ya habíamos tenido demasiados gastos y aun no veíamos un peso. El amable señor insistió en que no nos preocupáramos y que dentro de unos días, tendríamos la contestación. Me volví a mi ciudad y seguí dibujando las tiras que faltaban, esperando ansiosamente que pasaran los días para saber que pasaba. Esa semana pasó como todas, sin novedad. En mi casa no había teléfono y mi primo, que quedó en Montevideo tampoco tenía como para llamarle.

Fase 3: Triste y previsible final
Al fin, a la semana y media llegó una carta de mi primo que me contaba lo que yo ya intuía: todo había sido rechazado. El amable señor no se hizo cargo del pedido que nos había hecho, que nosotros lo malinterpretamos porque después de todo, la empresa "ya compraba material al sindicato que casi se lo regalaban", y que "no iban a publicar a dos ilustres desconocidos".
Fue un lamentable comienzo como dibujante uruguayo de tiras de historietas y que se repitió muchas veces en mi carrera. Si no hubiese tenido tan claro mi deseo de ganarme la vida como dibujante, - por la ausencia de un sindicato que me protegiera como trabajador, además de la falta de escrúpulos de algunos editores o gerentes con los que me he “topado”-, habría seguido los consejos de mi padre:
-”estudiá como bancario que como dibujante te vas a morir de hambre”…
Addenda: No puedo mostrar aquellas tiras porque el tiempo me las devoró en tantas mudanzas que he hecho y se esfumaron en sus nieblas...pero estaban bien dibujadas, a pesar de ser un dibujante uruguayo que recién empezaba.Mi primo De los Santos también siguió por otros derroteros, viajando y publicando cuentos cortos y algún guión que le permitía pagarse el pasaje. Hoy nos reímos de aquellos días en que soñábamos con la fama. ¡Já, fama para dos uruguayos ilusos! ¡Mai più!