XANADU 19

martes, 21 de febrero de 2012

Memorias desde mi tablero


 Mi paso por el diario La República
Capítulo 2 y último
Sabores y Sinsabores de un dibujante de tiras diarias.

Me cansé de ser políticamente correcto y escribir las verdades a medias. Estoy contento de que me echaran de La República. Volví a la calma y la angustia quedó atrás, por ese trabajo mal pagado y poco y nada considerado. Ahora me doy cuenta que nunca debí aceptar el ofrecimiento que me hizo Fasano, cuando una noche del 2005 me llamó porque Ardito ya no podía seguir por su enfermedad en su brazo. 
Cuando me dijo lo que me podía pagar, casi le cuelgo el teléfono, pero pudo más mi interés en el dibujo y regateamos un rato, me pedía que la escribiera, la dibujara y la pintara todo por una miseria de pesos…”No puedo pagarle más porque es un diario popular…pobre…nosotros no lucramos…bla.blá.blableta. Le dije que el guión debía pagarlo aparte porque yo no lo iba a hacer. Me recordó a mi amigo Cortazzo, con el que ya habíamos hecho una historieta de “Viviana y Yamandú” y me ofreció $ 1.000 más para el guionista. Le retruqué que con ese poco dinero nadie iba a ponerse  a escribir, pero me envolvió con que me ponía en caja, con los derechos incluídos, etc. etc. Y acepté.
Era un miércoles y la tira debía publicarse ese domingo ¿Cómo cornos no me dí cuenta que no iba poder hacer dos tiras diarias por tan poco dinero? Lo llamé a Cortazzo y por supuesto que no aceptó. Entonces me ví solo frente al problema. En dos días escribí un primer guión como para unas 30 tiras y empecé a dibujar, con mi método de trabajo que no era conveniente para este fin, porque me baso en modelos (mi hijo mayor tuvo que posar infinidad de veces) y saco fotos de la ciudad donde transcurre la acción, porque no me gustan las historietas con fondos blancos o apenas bosquejados. Entre tanto tenía otros trabajos que ya los venía haciendo: chistes para Guambia y las historietas y tapas de Charoná. Con la ayuda de mi hijo que coloreaba las tiras, empecé a publicar.
Después fui a hablar con el gerente para ajustar lo hablado con Fasano:
-“¿Ponerlo en caja? ¿Tendríamos que pagarle salario vacacional, el aguinaldo y la sociedad?  Imposible, entendió mal, Gezzio. Lo que tengo es un contrato a dos años que se renovará sin necesidad de volver a firmarlo” “Los días 5, sin falta. Cobrará en ventanilla, lo estipulado”
Y caí como un reverendo estúpido. Firmé un papel sin membrete y sin firma de abogado o escribano y los cinco de cada mes, cuando llamaba por teléfono, el cántico se repetía como una letanía: “llame mañana, hoy no hay nada para Ud.”
Así completé el primer año. Hasta que me enfermé y caí en cama, pero la historieta debía seguir, así que dibujaba desde la cama, se la pasaba a mi hijo que la coloreaba y la enviaba por Internet. Entonces llamé a Fasano explicándole mi situación y si podía aumentarme algunos pesos, además de pedirle un día libre en la semana.
Su contestación fue que era imposible darme un peso de aumento porque el diario estaba muy mal económicamente, no me podía dar un día libre porque ¿qué ponía en la página de historietas? No podía dejar un retángulo en blanco, había que contemplar a los lectores. La tanada se me subió a la cabeza y le levanté la voz  porque no había cumplido con lo acordado por teléfono cuando me llamó por primera vez, lo de ponerme en caja y esas cosas. Sentí que se ofendió y le pasó el teléfono al gerente que quiso ponerme paños de agua fría, pero entonces me la agarré con él y le recriminé que tampoco habían cumplido con los pagos. Hubo meses en que me demoraron el pago por 15 días, luego de hacer miles de llamadas desde mi teléfono.
Cuando empezó a decirme lo mismo que me había dicho el Two face, exploté y le contesté: “si el mes que viene no cobro el 5, agarrá el lápiz y empezá a dibujar porque yo no les dibujo más”. Y colgué.
Durante unos meses me pagaron los 5, a veces los 6 o los 9, hasta que volvimos a lo anterior. Largas esperas en la administración del diario por hasta 5 o 7 horas a que llegara el dinero y poder cobrar. Y los años pasaron y nunca me aumentaron un peso, a pesar que le envié varios email, solicitándoles aumento. Ni me los contestaron. Entonces decidí renunciar. Estaba harto. Veía la tira en blanco sobre mi tablero y me daban ganas de romperla en pedazos.
Pero empezaba a dibujar los primeros cuadritos y con música suave, más un tranquilizante recetado por mi médico, volvía a dibujar esos personajes ajenos que con el tiempo empecé a querer. Reconozco que nunca pude dar con la historia justa para esos personajes, por dos razones: primero: no los había creado yo, eran de Ardito y él le había inventado un carácter a cada uno que yo desconocía porque pocas veces leí una historia completa, salvo las que nos llevaba a Federici y a mí para que viéramos lo que estaba haciendo. Además tenemos estilos muy diferentes. Los años le dieron una línea blanda que me gusta y que va bien con la tira de Viviana. Tiene muy buen dominio de los guiones, del suspenso…
Pero yo voy por otro lado. Vengo de una escuela clásica con predominio del claro oscuro y los guiones me cuestan mucho cuando los personajes no son míos.
El clima del diario seguía enrareciéndose, por suerte yo mandaba las tiras por Internet y solo iba cuando me decían que estaba el dinero para cobrar: una vez al mes. Creo que si hubiese  tenido que ir más seguido, habría renunciado años antes.
Intenté hablar por teléfono con Fasano, pero no me atendió nunca más. Estaba siempre en reunión. Evidentemente me evitaba, así que apunté hacia su gerente, que también “recién salió” “ahora no puede atenderlo porque está reunido” “o se fue de licencia por 20 días y no sabemos cuándo vuelve”
De vuelta, los acribillé por email. Tal vez como llegaban, los eliminaban porque nunca nadie me contestó.
Hasta que una noche (las pocas llamadas de los capitostes se hacen de noche porque generan dudas y angustia en el otro, así se sienten con más poder) me llama el gerente para avisarme que me van a pasar a Agadu y que allí se nos pagará en adelante.
Quedábamos 3 de los 6 dibujantes uruguayos (Arbiza, Troche y Hornes ya los habían pasado al destierro) y debimos firmar nuevos contratos, pero el mío tenía el mismo precio que cuando arreglamos por primera vez. No me habían aumentado ni un centésimo en 6 años! Estuve por levantarme y salir a tomar aire y volver a mi casa, pero…siempre me puede el dibujo y dejo el dinero en segundo plano (así me fue siempre y hoy ya viejo, no tengo ni para cambiar esta lenta pc).
Pero creyendo que esa “asociación de prestigio” nos iba a garantizar el trabajo y el cobro en fecha, firmé y me fui a casa a dibujar la tira.
Del año que estuve, los tres primeros meses cobré en fecha. Después se repitió la odisea. Llamadas que no surtían efecto. Dinero que no llegó…que mañana…que el diario no depositó…qué calentura! Y así había que seguir dibujando, porque si me demoraba una hora, ya me llamaban del diario, de la fotomecánica, a ver porqué no había enviado la tira.
Y al final, nos descartaron casi sin avisarnos: el nuevo encargado pasó las tiras a blanco y negro (¡sin avisar!) la mía la achicó más aún, lo que debía optar por poner texto o achicar el dibujo o viceversa. Como les mandé 4 email, nos llamó para decirnos los cambios que se venían: las tiras humorísticas (de Ardito y Checho) seguían igual, pero la de “Viviana” debería reducirla a una sola tira (durante 23 años había salido de a dos) porque él creía que lo mejor era una página de entretenimientos y juegos, más el crucigrama y el horóscopo. Las tiras ya habían cumplido un ciclo y él había estado en varios diarios y sabía mucho del tema, así que punto en boca.
Yo le pedí que me avisara con tiempo, la tira me llevaba un esfuerzo considerable incrementado por el tiempo que la venía haciendo. Me prometió que me avisaría a los dos días.
A los dos días había rebanado la tira 1 centímetro de altura sin preveer la reducción, apretándola y deformándola. Llamé al diario para pedir explicaciones, pero “no me podía atender” porque estaba en una “reunión”.
Entonces le volví a escribir a Fasano, evitando el tema de dinero, argumentando la antigüedad de la tira y de lo mal que se veía, y que de esa forma yo no la iba a hacer más. Fasano no me contestó, pero parece que habló con el “nuevo” cráneo editor ya que al otro día me llamaron para que me presentara en su oficina, donde me recibió con cara de pocos amigos: tenía el tupé de enojarse cuando el culpable era él.
Porqué había acudido a Fasano antes que a él, ya que me había dicho que la tira iba a quedar en una sola y blá, blá, blá,blablableta!
Luego de un largo intercambio de opiniones sin levantar la voz, me prometió que la tira no se iba a tocar, pero que seguiría en blanco y negro junto a las otras dos de humor.
Odio los tipejos que te dan una palmada en el hombre y te acogotan con la otra mano.
A los pocos días nos avisaron que sacaban la página de historietas. Me quedaron debiendo casi tres meses y hasta Agadu se lavó las manos porque ¡ay! “no podemos hacer nada” jodete si sos dibujante en uruguay, la culpa es tuya por haber nacido en un país donde solo le sirve a la maldita politica y sus adlátares y  los demás que se jodan, que se las arreglen como puedan. Además, ¿quién te mandó dibujar en un país donde casi no hay diarios ni revistas, donde un pintamonas es un tipo que “mirá qué lindo que dibuja, pero para qué te sirve, te dá de comer acaso?”…no, perdoname, es un hobby que tengo, de loco nomás…