Mi paso por el diario La República
Capítulo 1
Sabores y Sinsabores
de un dibujante de tiras diarias.
La historia comenzó
en la segunda mitad de los 80 del siglo pasado, yo estaba en mi estudio que lo
tenía en Zabala y Sarandí cuando me llamaron de la redacción de Guambia, porque
querían que fuera, pues Antonio Dabezies, el director de la revista quería
hablarme personalmente.
En ese momento no
tenía mucho trabajo así que allá fui. Antonio me dijo que una persona buscaba
historietistas del tipo de dibujo que hacía yo.
Como él me había recomendado
sin consultarme, por eso me había llamado.Me dijo también –y no se me prendió
ninguna luz de alarma- que de los dibujantes que publicaban en Guambia, y que
eran muchos, nadie quería hacer tiras. Quién buscaba dibujantes planeaba sacar
un diario, estaba radicado en México pero había venido a Montevideo para
empezar el proyecto.
Era Federico Fasano quien me esperaba en el bar, debajo de
donde se hacía la revista Guambia, en 25 de Mayo y Juan Carlos Gómez. Enfundado
en un costoso traje oscuro, recuerdo que lucía un bigote finito y tenía una valija
negra que había apoyado sobre la mesa, llena de carpetas.
Luego de las
presentaciones (Antonio se fue) Fasano me dijo que quería publicar una página
de tiras, hechas por dibujantes uruguayos y que me ofrecía una en especial para
mí, pero con la condición que fueran dos tiras juntas, una arriba de la otra.
Como al principio no entendí, me recalcó, una tira de dos pisos, para que el
lector tuviera más para leer.
Le dije que por el momento yo tenía mucho trabajo
de ilustración (estaba haciendo los 8 libros de cuentos para niños de Horacio
Quiroga) más un cortometraje de dibujos
animados al viejo estilo de animación cuadro a cuadro, pero si era para dentro
de dos años, ya estaría libre. Me pidió que buscara más dibujantes para
completar la página y se despidió cortésmente. Nunca me habló de costos.
Yo no
conocía aun a ese hombre.
Pasaron los dos años
y un día un amigo me informa que Fasano se había instalado en un edificio de
oficinas que están frente al edificio del diario El Día, que ya estaba cerrado,
y que había puesto fecha de salida del nuevo diario, por lo que había que ir a
hablar con el encargado de tomar personal.
Recuerdo que por esos años yo
dibujaba para Guambia, para Charoná, tenía mi estudio, daba clases de dibujo en
un academia y trabajaba en la sección arte del municipio capitalino. No tenía
ningunas ganas de hacer un dibujo más, pero se lo comenté a varios de los
dibujantes que estaban en mi estudio. Dos fueron y los tomaron.
Cuando volvieron me
decían por qué no iba yo también, ya que había lugar para unas tiras, sino iban
a poner extranjeras.
Pasaron los días.
Dos periodistas amigos fueron a verme, contentos de que iba a salir un nuevo
diario, ya que era una fuente de trabajo y me convencieron que fuera, que no
perdiera la oportunidad.
Según contaban,
Fasano había puesto una fecha para terminar las entrevistas, así que fui el
último día.
Como seguía sin estar convencido, fui a eso de las siete de la
tarde; me atendió el que sería el secretario de redacción. Cuando me presenté y
le dije que dos años antes ya había hablado con Federico Fasano, me pidió que
le dejara mi dirección y si había llevado tiras, porque el hombre estaba
reunido con parte de su equipo, luego él le hablaría de mí.
Yo no había llevado
ningun dibujo porque no sabía qué tema quería publicar Fasano, así que le dejé
mi tarjeta de presentación y me fui, saludando al hombre que se veía demacrado
y muy cansado.
Al otro día me
dijeron que había renunciado luego de una discusión con Fasano, por lo que
deduje que nunca le había hablado de que yo había estado allí. Me invadió una
sensación de calma.
Algo me decía que era lo mejor. Que siguiera con lo que ya
tenía, que era mucho y me olvidara de publicar tiras diarias en ese diario.
A los pocos días
salió La República a la calle. Era 1988. Los dos colegas amigos tenían sus
tiras en la página de historietas, junto a otras que no logro recordar de
quiénes eran. Algun memorioso me lo hará saber para completar este dossier.