Página tomada de El dibujo a través de 150 famosos artistas.
Varias fuentes
Jorge Pérez del Castillo es uno de los pocos
dibujantes chilenos que triunfó en Argentina, aunque su obra se ve opacada por
la de su hermano Arturo Pérez del Castillo, más conocido internacionalmente
como Arturo del Castillo.
El dibujante nació en Chillán, en los primeros años de la década
de 1920, hijo de una pareja de artistas trashumantes andaluces. Junto a su hermano
Arturo, por razones económicas, se traslada a Santiago.
Jorge Pérez realiza diversos oficios hasta que comienza a
dibujar, de carácter autodidacta, series y unitarios en la revista infantil “El
Cabrito” que, desde la
Editorial Zig-Zag , acogía a jóvenes dibujantes. El
dibujante pasó por la revista con, al menos, la historieta “La sombra del
maestro” y la serie “La nave de los Argonautas”, desde 1943.
Se casa joven y, con su mujer esperando un hijo, emigra a la República Argentina
en 1948, en busca de mejores perspectivas para su reciente familia. Gracias a
la ayuda del dibujante chileno Raúl Manteola, ya famoso en ese país, logra una
carta de presentación para los dueños de la gran Columba, gran editorial
argentina, donde dibuja inicialmente para la revista “El Tony”. A pesar de la
falta de credenciales, pero con gran esfuerzo, comienza a abrirse paso en este
noble arte.
Luego se presenta en la Editorial Dante
Quinterno, en donde, pese a la negativa del editor, el guionista Leonardo Wadel
(que lo recuerda como alguien “flaco, bajo, pálido, simpático” en su serie “La
historieta y yo”) atraído por sus trazos le consigue una chance que se
transforma en la serie histórica “Conjuración en Venecia”, de Wadel y que
consagra al dibujante. La serie es considerada por el guionista como
“espadachinada”.
El éxito no lo salva de una mala relación con el editor, que no
le perdona sus atrasos en las entregas, por lo que, con gran disgusto de Wadel,
se va a la competencia, que le adelanta dinero para solventar un próximo parto
de su mujer. Trabaja, así, en la revista “Patoruzito” y nuevamente en Editorial
Columba, donde realiza entregas para la revista “Intervalo”.
Comienza interminables adaptaciones de
novelas y obras de la literatura universal, en especial historias de aventuras
de siglos pasados, donde destaca por su conocimiento de los trajes de época.
Su trazo es casi único, imborrable, personalísimo, depurado. En
pocas líneas logra captar formas y crear ambiente, lo que lo hace destacar con
méritos propios, según Wadel. Define en trazos breves, sintéticos, elásticos,
un carácter, un paisaje o una acción. Unas pocas líneas y efecto logrado.
Nota que le hicieran en la recordada "Dibujantes" |
No volvería a Chile sino hacia fines de los 60 y comienzos de
los 70, para dibujar en revista “Mampato”. En ella ilustra las novelas
continuadas basadas en clásicos juveniles de Julio Verne, Emilio Salgarí y
otros grandes novelistas.
También ilustra una serie llamada “El amigo de los discos
voladores”, la que tiene guión, en algunos episodios, de Hugo Correa. El
dibujante presenta, además, series de historieta como “Aliro Godoy”, sobre un
minero en el norte, y una adaptación de “La máquina del tiempo”, de H. G.
Wells. En sus dibujos de esos años se nota más escueto, simple, avaro en
trazos, depurado, pero con un talento reconocido por sus colegas.
El dibujante Lincoln Fuentes lo recuerda así: “Qué buen recuerdo el de Jorge
Pérez. Fue un buen amigo, extremadamente simpático. Cuando lo conocí, en casa
de Themo Lobos, era un gran conversador. Animaba las reuniones con sus relatos
y experiencias vividas en Argentina…”. El resultado: grandes charlas
nocturnas acompañadas de muchos cigarrillos y café.
Con el dibujante Máximo Carvajal fueron buenos amigos y
este siempre lo recuerda con afecto. Incluso lo visitaba en el lugar
donde vivía, que era una oficina abandonada en un último piso de de un antiguo
teatro, en calle San Diego. “En
una ocasión lo fui a visitar -recuerda Carvajal-. Luego de subir escaleras
interminables y seguir por oscuros pasillos, se llegaba a una pieza grande con
sillones de cuero negro, repartidos por todos lados, y una gran mesa de dibujo.
Todo esto en medio de un desorden de papeles, frascos de tinta, lápices, etc. Y
Jorge, muerto de la risa, siempre de buen humor.”
Según nos comenta Máximo, Jorge era un hombre de gran talento
para escribir y dibujar, con mucho corazón, al que no le importaba el dinero.
Deja una hija en Chile y varios hijos en Argentina. Sus últimos años en Chile
los dedica a plasmar, en pinturas, una especie de visión del mundo que llamaba
“Comundo”.
Para Máximo, las pinturas eran verdaderas maravillas que,
lamentablemente, se perdieron, la mayoría robadas.
Luego se le pierde la pista. Lo que se sabe es que vuelve a
Argentina donde junto a su hermano Arturo del Castillo, realiza la biografía de
Pancho Villa y Emiliano Zapata y un personaje apache llamado Takoma.
Fallece, aproximadamente, en 1997, en Argentina, donde siempre
fue respetado en su trabajo. Wadel lo recuerda como “el chilenito de la mágica pluma”.
Sin duda todo un honor por venir de uno de los grandes guionistas de un país
que destacó en esos años en la historieta universal.
Bibliografía Fundamental
Leonardo Wadel: La
historieta y yo: “Conjuración en Venecia” y Jorge Pérez del Castillo: el
chilenito de la mágica pluma. En
revista Súper Skorpio Nº 136, Ediciones Record, Argentina, 1987.
Revistas “Mampato”,
varios números, Editorial Lord Cochrane.
Comentarios de Lincoln Fuentes y Máximo Carvajal.
Ilustración
original de Jorge Pérez Castillo para la revista Mampato.