“Más allá de la Media noche”
Para contar sobre esta inusual revista que salió por mediados de
1980, qué mejor que ir a las fuentes: al “director” de la misma: Carlos
Federici, que nos cuenta con lujos de detalles lo sufrido:
-“ No recuerdo exactamente cómo entré en contacto con esa gente, pero
el hecho fue que se me ocurrió llevarles una “maquette” de revista que tenía
preparada (era a mediados de los ’80s, y la bendita tecnología digital no había
llegado aún a los talleres de diagramación, de modo que todo era a puros papel,
tijera y goma), y, para mi sorpresa y (prematuro) alborozo, se me aceptó la
iniciativa de inmediato.
Mi idea era revivir y homenajear a las
vetustas revistas “pulp” de los años 30, como también a mis queridas
historietas de los ’50s, de manera que para los sumarios de cada número escogí
varios relatos selectos de escritores norteamericanos y una historieta de
olvidado comic book terrorífico, con el sano afán de
evitar que tanto uno como el otro medio expresivo se esfumaran del recuerdo
colectivo. Por supuesto, ni soñaba por entonces con que había de llegar el
momento en que se pudiese rescatar aquel viejo material en un volumen
inconmensurablemente mayor al que jamás habría podido alcanzar nuestro menguado
esfuerzo, todo ello mediante la informática y la digitalización…
Sea como fuere, se me designó
“director” de aquella incipiente publicación, aunque no tardé en comprobar que
el cargo era sólo de nombre, ya que se ignoraron mis “directivas” desde el
comienzo, eligiéndose un título (“Más Allá de la
Media Noche” [sic]), que además
de estar incorrectamente escrito pertenecía a una novela de Sydney Sheldon,
misma que seguramente quienes lo elaboraron desconocían. Luego, sin molestarse
en consultar al “Dire” se procedió a convocar a los ilustradores, con tan poco
acierto como para pensar en profesionales que, siendo estimables en otros
rubros, no reunían las condiciones requeridas para adecuarse a la línea
estilística que yo buscaba y propuse.
Tampoco se me permitió opinar con
fuerza decisoria en lo relativo a la diagramación, que se hizo como se quiso
(mal) y sin apelaciones. El primer número que salió a la calle fue una
decepción para mí, ya que cargaba el lastre de una serie de errores que una
supervisión más rigurosa (nunca se me propuso que la llevara a cabo) sin duda
habría mitigado. Intenté mejorar las cosas para el segundo, consiguiendo
al menos que el amigo Gezzio entrase a ilustrar la carátula y algún relato,
pues con él sí nos podíamos entender en cuanto a conceptos estilísticos.
Pero no competía (y tampoco me habría
gustado) “echar” a los poco idóneos, y así la mayoría de las ilustraciones
resultaron, también en el segundo número, muy pobres, y con una tendencia al “gore”
que era precisamente lo que yo había querido evitar. Me vi precisado a redactar
una especie de “manual” para los ilustradores, aconsejando se evitaran detalles
de mal gusto y exageraciones (¡quién me iba a anticipar las barbaridades que
años más tarde invadirían las pantallas de cine y de TV!...), y proponiendo
—con la mayor diplomacia posible— un mayor grado de autocrítica de su parte, ya
que como (insólito en el medio) se pagaba relativamente bien por ese trabajo,
naturalmente se afanaban por hacer muchos dibujos, y rápido, sin preocuparse
demasiado del resultado.
No se hizo, por razones que no quise
indagar, una publicidad adecuada, ni creo que tampoco haya sido brillante la
gestión para la distribución; no es de sorprender, por tanto, que el proyecto
haya naufragado en aguas del Mar Indiferente antes de cumplir su tercer
intento.
Lo último que recuerdo es que los
“ejecutivos” daban toda la impresión de ser Grandes Empresarios, y así
presencié, en alguna reunión extemporánea, apresurados “almuerzos” con algún
“chivito” (“al plato”, eso sí, con tenedor y cuchillo como corresponde)
consumido directamente sobre el escritorio del “big boss”, que por lo visto no
tenía tiempo para guardar las formas…”, termina Federici con sus recuerdos.
A mí me dieron a ilustrar unos personajes
para niños de origen español-no recuerdo el nombre_, con los que hice algunas
tapas, y luego me pidieron crear un personaje extraterrestre, que pensaban
serializarlo en varios librillos. Lo hice también, pero no se publicaron
porque, según el “boss” para Uruguay, desde España ya no enviaban el dinero
para las impresiones. Y tuve varios meses detrás de este personaje para cobrar
esos últimos trabajos. En fin, una historia más de lo que pasa con los
dibujantes y escritores uruguayos que no teníamos ni sindicato ni asociación
que nos protegiera. ¿Hoy lo tenemos? Porque yo no me he enterado.