XANADU 19

viernes, 28 de diciembre de 2012

Un parate necesario



Hacía 6 años que venía dibujando diariamente la tira de Viviana y Yamandú para el diario La República, y durante todos esos años tuve siempre la negativa de su director Federico Fasano a concederme tan siquiera un día libre
-¿Qué pongo en lugar de “Viviana”. No puede salir el diario sin la tira, ¡un recuadro en blanco! –me dijo cuando una de las pocas veces me atendió el teléfono. Después, nunca me contestó uno de las decenas de email que le envié, donde le decía que a cualquier trabajador se le debía dar por lo menos un día de descanso semanal, además de la licencia.
Luego encaré al Gerente que también se negó a mi pedido, ya que como yo no estaba en caja, a muchos nos pagaban  firmando un simple papelito que no tenía ningún valor legal, pero había que aguantarse si se deseaba seguir trabajando.
Así que un día, comentándolo con Ardito, éste se ofreció a suplirme un mes para que yo pudiera irme al interior, a mi ciudad natal a rellenar mis pulmones de aire y por lo pronto-durante esos 30 días- dejar el yugo “republicano”. Enrique tiene un sentido de la diplomacia que a mí me falta, por eso le pedí que él se encargara de convencer a Fasano y al gerente de la medida inventada, pues la tira no se cortaba, solo cambiaba el dibujante y éste era su verdadero creador, por lo que no habría ningún problema.
El caso fue que aceptaron y Enrique volvió a sus queridos personajes, ya que los extrañaba porque debió dejármelos por un problema que tuvo en su brazo, superado en ese marzo de 2011. Así que hice una tira de “despedida” y fue esta:



El 1 de abril volví bastante descansado sin imaginar que me quedaba sólo un año más para dibujar esos personajes: Fasano ya había negociado la venta del diario al empresario argentino Yoca y todo cambiaría. Sería el fin de “Viviana y Yamandú”, “Los cosos de al lao” “Barra Brava”, “Mateo” y los personajes que ya habían quedado eliminados antes. Y esta fue la primera tira de otra aventura que -aunque andaba de "licencia"-, debí escribir y bocetar, para no volver a enloquecerme sin tener material preparado.