XANADU 19

martes, 28 de febrero de 2012

lunes, 27 de febrero de 2012

Del arcón de los recuerdos.

Aviso de la revista Charoná, publicado en 1972, en el diario La Mañana de Montevideo.

Los memoriosos, que por ese año eran niños, recordarán la revista con las aventuras de Charoná, a una página a color con tres tiras horizontales, dibujadas primero por Sergio Bóffano, su creador, luego la siguió Elmer Moreira que era ayudante de Bóffano, pero se fue a Brasil al poco tiempo; y en ese año empecé yo a escribirlas y dibujarlas, junto a mis dos páginas gauchescas de "Santos Cruz".


martes, 21 de febrero de 2012

Memorias desde mi tablero


 Mi paso por el diario La República
Capítulo 2 y último
Sabores y Sinsabores de un dibujante de tiras diarias.

Me cansé de ser políticamente correcto y escribir las verdades a medias. Estoy contento de que me echaran de La República. Volví a la calma y la angustia quedó atrás, por ese trabajo mal pagado y poco y nada considerado. Ahora me doy cuenta que nunca debí aceptar el ofrecimiento que me hizo Fasano, cuando una noche del 2005 me llamó porque Ardito ya no podía seguir por su enfermedad en su brazo. 
Cuando me dijo lo que me podía pagar, casi le cuelgo el teléfono, pero pudo más mi interés en el dibujo y regateamos un rato, me pedía que la escribiera, la dibujara y la pintara todo por una miseria de pesos…”No puedo pagarle más porque es un diario popular…pobre…nosotros no lucramos…bla.blá.blableta. Le dije que el guión debía pagarlo aparte porque yo no lo iba a hacer. Me recordó a mi amigo Cortazzo, con el que ya habíamos hecho una historieta de “Viviana y Yamandú” y me ofreció $ 1.000 más para el guionista. Le retruqué que con ese poco dinero nadie iba a ponerse  a escribir, pero me envolvió con que me ponía en caja, con los derechos incluídos, etc. etc. Y acepté.
Era un miércoles y la tira debía publicarse ese domingo ¿Cómo cornos no me dí cuenta que no iba poder hacer dos tiras diarias por tan poco dinero? Lo llamé a Cortazzo y por supuesto que no aceptó. Entonces me ví solo frente al problema. En dos días escribí un primer guión como para unas 30 tiras y empecé a dibujar, con mi método de trabajo que no era conveniente para este fin, porque me baso en modelos (mi hijo mayor tuvo que posar infinidad de veces) y saco fotos de la ciudad donde transcurre la acción, porque no me gustan las historietas con fondos blancos o apenas bosquejados. Entre tanto tenía otros trabajos que ya los venía haciendo: chistes para Guambia y las historietas y tapas de Charoná. Con la ayuda de mi hijo que coloreaba las tiras, empecé a publicar.
Después fui a hablar con el gerente para ajustar lo hablado con Fasano:
-“¿Ponerlo en caja? ¿Tendríamos que pagarle salario vacacional, el aguinaldo y la sociedad?  Imposible, entendió mal, Gezzio. Lo que tengo es un contrato a dos años que se renovará sin necesidad de volver a firmarlo” “Los días 5, sin falta. Cobrará en ventanilla, lo estipulado”
Y caí como un reverendo estúpido. Firmé un papel sin membrete y sin firma de abogado o escribano y los cinco de cada mes, cuando llamaba por teléfono, el cántico se repetía como una letanía: “llame mañana, hoy no hay nada para Ud.”
Así completé el primer año. Hasta que me enfermé y caí en cama, pero la historieta debía seguir, así que dibujaba desde la cama, se la pasaba a mi hijo que la coloreaba y la enviaba por Internet. Entonces llamé a Fasano explicándole mi situación y si podía aumentarme algunos pesos, además de pedirle un día libre en la semana.
Su contestación fue que era imposible darme un peso de aumento porque el diario estaba muy mal económicamente, no me podía dar un día libre porque ¿qué ponía en la página de historietas? No podía dejar un retángulo en blanco, había que contemplar a los lectores. La tanada se me subió a la cabeza y le levanté la voz  porque no había cumplido con lo acordado por teléfono cuando me llamó por primera vez, lo de ponerme en caja y esas cosas. Sentí que se ofendió y le pasó el teléfono al gerente que quiso ponerme paños de agua fría, pero entonces me la agarré con él y le recriminé que tampoco habían cumplido con los pagos. Hubo meses en que me demoraron el pago por 15 días, luego de hacer miles de llamadas desde mi teléfono.
Cuando empezó a decirme lo mismo que me había dicho el Two face, exploté y le contesté: “si el mes que viene no cobro el 5, agarrá el lápiz y empezá a dibujar porque yo no les dibujo más”. Y colgué.
Durante unos meses me pagaron los 5, a veces los 6 o los 9, hasta que volvimos a lo anterior. Largas esperas en la administración del diario por hasta 5 o 7 horas a que llegara el dinero y poder cobrar. Y los años pasaron y nunca me aumentaron un peso, a pesar que le envié varios email, solicitándoles aumento. Ni me los contestaron. Entonces decidí renunciar. Estaba harto. Veía la tira en blanco sobre mi tablero y me daban ganas de romperla en pedazos.
Pero empezaba a dibujar los primeros cuadritos y con música suave, más un tranquilizante recetado por mi médico, volvía a dibujar esos personajes ajenos que con el tiempo empecé a querer. Reconozco que nunca pude dar con la historia justa para esos personajes, por dos razones: primero: no los había creado yo, eran de Ardito y él le había inventado un carácter a cada uno que yo desconocía porque pocas veces leí una historia completa, salvo las que nos llevaba a Federici y a mí para que viéramos lo que estaba haciendo. Además tenemos estilos muy diferentes. Los años le dieron una línea blanda que me gusta y que va bien con la tira de Viviana. Tiene muy buen dominio de los guiones, del suspenso…
Pero yo voy por otro lado. Vengo de una escuela clásica con predominio del claro oscuro y los guiones me cuestan mucho cuando los personajes no son míos.
El clima del diario seguía enrareciéndose, por suerte yo mandaba las tiras por Internet y solo iba cuando me decían que estaba el dinero para cobrar: una vez al mes. Creo que si hubiese  tenido que ir más seguido, habría renunciado años antes.
Intenté hablar por teléfono con Fasano, pero no me atendió nunca más. Estaba siempre en reunión. Evidentemente me evitaba, así que apunté hacia su gerente, que también “recién salió” “ahora no puede atenderlo porque está reunido” “o se fue de licencia por 20 días y no sabemos cuándo vuelve”
De vuelta, los acribillé por email. Tal vez como llegaban, los eliminaban porque nunca nadie me contestó.
Hasta que una noche (las pocas llamadas de los capitostes se hacen de noche porque generan dudas y angustia en el otro, así se sienten con más poder) me llama el gerente para avisarme que me van a pasar a Agadu y que allí se nos pagará en adelante.
Quedábamos 3 de los 6 dibujantes uruguayos (Arbiza, Troche y Hornes ya los habían pasado al destierro) y debimos firmar nuevos contratos, pero el mío tenía el mismo precio que cuando arreglamos por primera vez. No me habían aumentado ni un centésimo en 6 años! Estuve por levantarme y salir a tomar aire y volver a mi casa, pero…siempre me puede el dibujo y dejo el dinero en segundo plano (así me fue siempre y hoy ya viejo, no tengo ni para cambiar esta lenta pc).
Pero creyendo que esa “asociación de prestigio” nos iba a garantizar el trabajo y el cobro en fecha, firmé y me fui a casa a dibujar la tira.
Del año que estuve, los tres primeros meses cobré en fecha. Después se repitió la odisea. Llamadas que no surtían efecto. Dinero que no llegó…que mañana…que el diario no depositó…qué calentura! Y así había que seguir dibujando, porque si me demoraba una hora, ya me llamaban del diario, de la fotomecánica, a ver porqué no había enviado la tira.
Y al final, nos descartaron casi sin avisarnos: el nuevo encargado pasó las tiras a blanco y negro (¡sin avisar!) la mía la achicó más aún, lo que debía optar por poner texto o achicar el dibujo o viceversa. Como les mandé 4 email, nos llamó para decirnos los cambios que se venían: las tiras humorísticas (de Ardito y Checho) seguían igual, pero la de “Viviana” debería reducirla a una sola tira (durante 23 años había salido de a dos) porque él creía que lo mejor era una página de entretenimientos y juegos, más el crucigrama y el horóscopo. Las tiras ya habían cumplido un ciclo y él había estado en varios diarios y sabía mucho del tema, así que punto en boca.
Yo le pedí que me avisara con tiempo, la tira me llevaba un esfuerzo considerable incrementado por el tiempo que la venía haciendo. Me prometió que me avisaría a los dos días.
A los dos días había rebanado la tira 1 centímetro de altura sin preveer la reducción, apretándola y deformándola. Llamé al diario para pedir explicaciones, pero “no me podía atender” porque estaba en una “reunión”.
Entonces le volví a escribir a Fasano, evitando el tema de dinero, argumentando la antigüedad de la tira y de lo mal que se veía, y que de esa forma yo no la iba a hacer más. Fasano no me contestó, pero parece que habló con el “nuevo” cráneo editor ya que al otro día me llamaron para que me presentara en su oficina, donde me recibió con cara de pocos amigos: tenía el tupé de enojarse cuando el culpable era él.
Porqué había acudido a Fasano antes que a él, ya que me había dicho que la tira iba a quedar en una sola y blá, blá, blá,blablableta!
Luego de un largo intercambio de opiniones sin levantar la voz, me prometió que la tira no se iba a tocar, pero que seguiría en blanco y negro junto a las otras dos de humor.
Odio los tipejos que te dan una palmada en el hombre y te acogotan con la otra mano.
A los pocos días nos avisaron que sacaban la página de historietas. Me quedaron debiendo casi tres meses y hasta Agadu se lavó las manos porque ¡ay! “no podemos hacer nada” jodete si sos dibujante en uruguay, la culpa es tuya por haber nacido en un país donde solo le sirve a la maldita politica y sus adlátares y  los demás que se jodan, que se las arreglen como puedan. Además, ¿quién te mandó dibujar en un país donde casi no hay diarios ni revistas, donde un pintamonas es un tipo que “mirá qué lindo que dibuja, pero para qué te sirve, te dá de comer acaso?”…no, perdoname, es un hobby que tengo, de loco nomás…
  

domingo, 19 de febrero de 2012

Memorias desde mi tablero.


 Mi paso por el diario La República
Capítulo 1
Sabores y Sinsabores de un dibujante de tiras diarias.

La historia comenzó en la segunda mitad de los 80 del siglo pasado, yo estaba en mi estudio que lo tenía en Zabala y Sarandí cuando me llamaron de la redacción de Guambia, porque querían que fuera, pues Antonio Dabezies, el director de la revista quería hablarme personalmente.
En ese momento no tenía mucho trabajo así que allá fui. Antonio me dijo que una persona buscaba historietistas del tipo de dibujo que hacía yo. 
Como él me había recomendado sin consultarme, por eso me había llamado.Me dijo también –y no se me prendió ninguna luz de alarma- que de los dibujantes que publicaban en Guambia, y que eran muchos, nadie quería hacer tiras. Quién buscaba dibujantes planeaba sacar un diario, estaba radicado en México pero había venido a Montevideo para empezar el proyecto. 
Era Federico Fasano quien me esperaba en el bar, debajo de donde se hacía la revista Guambia, en 25 de Mayo y Juan Carlos Gómez. Enfundado en un costoso traje oscuro, recuerdo que lucía un bigote finito y tenía una valija negra que había apoyado sobre la mesa, llena de carpetas. 
Luego de las presentaciones (Antonio se fue) Fasano me dijo que quería publicar una página de tiras, hechas por dibujantes uruguayos y que me ofrecía una en especial para mí, pero con la condición que fueran dos tiras juntas, una arriba de la otra. Como al principio no entendí, me recalcó, una tira de dos pisos, para que el lector tuviera más para leer.
 Le dije que por el momento yo tenía mucho trabajo de ilustración (estaba haciendo los 8 libros de cuentos para niños de Horacio Quiroga) más  un cortometraje de dibujos animados al viejo estilo de animación cuadro a cuadro, pero si era para dentro de dos años, ya estaría libre. Me pidió que buscara más dibujantes para completar la página y se despidió cortésmente. Nunca me habló de costos. 
Yo no conocía aun a ese hombre.
Pasaron los dos años y un día un amigo me informa que Fasano se había instalado en un edificio de oficinas que están frente al edificio del diario El Día, que ya estaba cerrado, y que había puesto fecha de salida del nuevo diario, por lo que había que ir a hablar con el encargado de tomar personal. 
Recuerdo que por esos años yo dibujaba para Guambia, para Charoná, tenía mi estudio, daba clases de dibujo en un academia y trabajaba en la sección arte del municipio capitalino. No tenía ningunas ganas de hacer un dibujo más, pero se lo comenté a varios de los dibujantes que estaban en mi estudio. Dos fueron y los tomaron.
Cuando volvieron me decían por qué no iba yo también, ya que había lugar para unas tiras, sino iban a poner extranjeras.
Pasaron los días. Dos periodistas amigos fueron a verme, contentos de que iba a salir un nuevo diario, ya que era una fuente de trabajo y me convencieron que fuera, que no perdiera la oportunidad.
Según contaban, Fasano había puesto una fecha para terminar las entrevistas, así que fui el último día. 
Como seguía sin estar convencido, fui a eso de las siete de la tarde; me atendió el que sería el secretario de redacción. Cuando me presenté y le dije que dos años antes ya había hablado con Federico Fasano, me pidió que le dejara mi dirección y si había llevado tiras, porque el hombre estaba reunido con parte de su equipo, luego él le hablaría de mí.
Yo no había llevado ningun dibujo porque no sabía qué tema quería publicar Fasano, así que le dejé mi tarjeta de presentación y me fui, saludando al hombre que se veía demacrado y muy cansado.
Al otro día me dijeron que había renunciado luego de una discusión con Fasano, por lo que deduje que nunca le había hablado de que yo había estado allí. Me invadió una sensación de calma. 
Algo me decía que era lo mejor. Que siguiera con lo que ya tenía, que era mucho y me olvidara de publicar tiras diarias en ese diario.
A los pocos días salió La República a la calle. Era 1988. Los dos colegas amigos tenían sus tiras en la página de historietas, junto a otras que no logro recordar de quiénes eran. Algun memorioso me lo hará saber para completar este dossier.

Del arcón de los recuerdos


Inauguración de la 1era. Muestra de Historietas Uruguayas
El 12 de junio de 1972 se abrió la exposición en el subte municipal. Mucha gente acudió a ver las obras expuestas. Para algunos era la primera vez que nos veíamos las caras los dibujante, solo reconocidos por sus firmas en los dibujos.
El “alma mater” había sido el generoso Celmar Poumé que junto con Umpiérrez, lograron juntarnos a todos los que estábamos dibujando por aquellos años, los que recién empezábamos y también de algunos que ya no estaban entre nosotros (como Julio Suárez, Peloduro)

Publicado en el diario La Mañana del 13 de junio de 1972

Faltan algunos de los expositores como José Rivera que llegó después, los que estamos:
1: Angel Rueco, 2: Colinet, 3:Celmar Poumé, 4: Pedro Cano, 5: Antonio Galeandro 6: el hijo de Poumé, 7: Carlos Federici 8: Angel Umpiérrez, 9: Fola 10: Nelson "Bocha" García 11: Sergio Boffano 12: William Gezzio 13: Eduardo Barreto 14: Gus





jueves, 16 de febrero de 2012

Viviana y Yamandú (Sic transit gloria mundi)

Como la aventura de "Viviana y Yamandú" me fue cortada por mano aviesa, dejándome el sabor agrio en la boca por no poder defenderlos porque la sentencia ya estaba tomada, así que hoy, lejos del fatídico día, despido estos personajes que tuve en mi imaginación y en mi mano durante 7 años.


martes, 14 de febrero de 2012

sábado, 11 de febrero de 2012

Guambia 2012

Gags publicados en Guambia Nº 856 del 1 de febrero, suplemento humorístico de los miércoles del diario Ultimas Noticias.






Gags publicados en Guambia Nº 857 del 8 de febrero, suplemento humorístico de los miércoles del diario Ultimas Noticias.










jueves, 9 de febrero de 2012

martes, 7 de febrero de 2012

Charoná 2012

Historietas publicadas el martes 7 de febrero de 2012- edición nº 886 de "Charona de Vacaciones"

Tente y sus amigos (3a.)

"Aventuras de Charoná (2a.)"



viernes, 3 de febrero de 2012

Memorias desde mi tablero

Tres ciclos cerrados
El previsto caso de "La tercera es la vencida"

Diario El Día
En el correr de tantos años de trabajo, he tenido muchos ciclos que se me han cerrado, de algunos me he ido por mi cuenta, de otros me han fletado sin más ni más.
Luego de 20 años de trabajar en El Día, una noche en que llegaba a marcar la tarjeta, se me adelantó el recepcionista para avisarme que yo ya no pertenecía a la empresa, que me fijara en la lista pegada en la pared de los relojes. 
Efectivamente, entre cien compañeros, allí estaba mi nombre. Nos pasaban al seguro de paro sin aviso previo. Lo hacían impunemente porque era 1983 y estábamos en dictadura.
Yo sabía que mi “salida” del diario era porque había tenido un intercambio de opiniones con el director y me había mantenido en mis trece, sin dar el brazo a torcer. 
Pretendía que dejara de dibujar para El Dedo, invocando una supuesta exclusividad para con el diario. Mi respuesta fue que yo era un profesional libre y que dibujaba para quien me lo pidiera y pagara. La respuesta la ví estampada en aquella lista miserable. 
Al otro día pedí una reunión con el jefe de personal, un pobre hombre que no hacía más que cumplir con lo que le mandaban y que me dio la excusa de que me pasaban al seguro de paro porque yo tenía poco trabajo y el diario estaba pasando por problemas económicos.
Esa argucia me molestó mucho, porque yo dibujaba semanalmente muchísimas páginas para el suplemento El Día de los Niños desde hacía 18 años, además de ilustrar en el diario mismo, por lo que le pedí que me despidieran pero que me pagaran todo lo que significaban mis años en el diario. El pequeño hombre me miró sobre sus lentes y me dijo que si lo había pensado, ya que yo tenía una familia y que esperara hasta fin de año (estábamos en abril) para ver si me tomaban de vuelta.
 Le contesté que ellos no habían considerado para nada mi familia ni mi trabajo de tantos años, por lo que yo no quería seguir trabajando para gente que no me quería.
A la semana me llamaron para firmar los papeles del despido y cobrar la primera de 6 cuotas. Se me cerró un ciclo. Fue el primero de mi estadía en Montevideo, trabajando para los diarios.
Diario El País
La segunda vez me sucedió una tarde de 1900 y pico (ya me olvidé esa ingrata fecha) que fui a la oficina donde armaban el suplemento infantil El Escolar del diario El País, en el cual yo ilustraba y dibujaba historietas desde hacía 9 años. El encargado me llamó a un costado y me dijo:"Gezzio, estas ilustraciones no las vamos a publicar. Desde el diario nos dieron la orden de achicar por razones económicas y yo no puedo hacer nada. A nosotros también nos despiden, así que hasta la vista". 
Era un buen tipo, pero nunca más lo ví. Supe sí que otras personas se posesionaron de dicho suplemento para hacerlo y cobrar su tajada. En fin, es la ley de la selva. Pero para mí fue otro ciclo que se me terminó porque me sentía muy a gusto dibujando para ese periódico.
Diario La República
Hace pocas horas, en la tarde de este febrero de 2012, me llega un mensaje a mi celular, de mi colega Ardito contándome que el diario nos ha fletado junto con Walter Cortiñas (Checho), así nomás, sin aviso previo. Hacía 7 años que dibujaba y escribía “Viviana y Yamandú”. Tenía prevista la historieta para todo el mes de febrero pero el 15 es la última que se publica, así que quedará trunca. Y a estos personaje, creados por Enrique en 1989,(algo inédito en la historieta de nuestro pobre país) los eliminó de un plumazo sin piedad alguien que ni siquiera es uruguayo y quien torpemente arremete contra un arte hecho con esfuerzo, tesón, rabia y muy mal pago. Ahí quedan las últimas tiras de dicha historieta para el recuerdo. Otro ciclo cerrado…