XANADU 19

sábado, 25 de septiembre de 2010

Memorias desde mi tablero

Un personaje en busca de publicación…
Fue un día que visité al encargado de pagarme los dibujos que publicaba en El Escolar, Pedro Botana, quien era uno de los 3 socios de la agencia VSB, (Visillac, Stein, Botana) que me dijo que tenían la posibilidad de hacer un suplemento de historietas para El País y que si me interesaba, le llevara algún proyecto de historieta de carácter “serio” porque querían contar conmigo, ya tenían apalabrado a otros dibujantes pero de dibujo humorístico. Por supuesto que salí de allí ya planeando mentalmente el personaje, la historia, los secundarios, en fin, todo lo que hace a la historieta. 
Ya en mi tablero, hice los bocetos del principal personaje, me lo imaginaba un tipo tranquilo, que no se preocupa por nada, un manso, venido del interior a la ciudad habiendo estudiado un curso de detective por correo- hace años los había y fueron exitosos-, sin un peso en el bolsillo y sin un caso para resolver, pero ya tenía una primera historia que pasé a escribir prontamente. 
Luego, utilizando a mi hijo mayor como modelo, dibujé definitivamente el que sería “El Manso Correa”. 
Los fondos los hice de memoria pues yo había vivido en una pensión y la tenía y aun la tengo muy presente. Como me había pedido una presentación, solo hice una página en blanco y negro, aunque me había dicho que sería a todo color, pero como muestra ya bastaba. Al otro día de terminado la página se la entregué en manos y me dijo que le gustaba y ahora solo quedaba por esperar a completar algunos temas con la gente del diario. Esto lo cuento para aquellos que comienzan en esta profesión y creen que se nos han abierto las puertas de par en par en todos lados y que hemos logrado un nombre sentados en el tablero, pero no es tan así, por lo menos para mí nunca lo fue. 
Tuve y estoy seguro que tendré muchos proyectos herrumbrados, cajoneados y olvidados, impagos y negados. Así que no necesitan ser adivinos para saber el fin de esta historia: todo quedó en la nada. No hubo suplemento porque alguien del directorio del diario “bajó” el proyecto antes de nacer, sin importarle un bledo que un grupo de ilusos dibujantes se gastó sus horas de vida en un trabajo al santo botón”.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Memorias desde mi tablero

Cuestión de principios
Estábamos a fines de 1970. Yo mantenía mi trabajo en “Patatín y Patatán” como jefe de arte, cuando una mañana me llamó su director responsable para solicitarme una respuesta sobre un pedido que le habían hecho: realizar en forma de historietas, la historia del proceso por el que estábamos pasando: la patética dictadura cívico-militar. El pedido venía de una oficina perteneciente al  Esmaco.
Uno de los socios-dueños de la revista se había enterado que  “Charoná” (en esos años yo no trabajaba para ellos y era una competencia directa) tenía un “arreglo” con el que el Esmaco le compraba 10.000 ejemplares que luego repartía en las escuelas. Eso fue lo que me dijeron.Y habían ido a reclamar paridad por ser “Patatín” también una revista para niños. 
No tengo confirmación de la veracidad de eso porque años después, cuando volví a dibujar para Charoná, no quise entrar en averiguaciones inconducentes y que no me importaban.
Pero lo de Patatín y Patatán sí me tocaba de cerca porque sería yo quién dibujara la historieta, cuyo guión nos lo enviarían desde el Esmaco. Ofrecían pagar una cifra muy interesante por el dibujo y la compra de 10.000 ejemplares, que aunque la revista vendía bien, era muy tentador. 
Todo eso me lo dijo el director, poniendo en mis manos el aceptarlo o no…Debo reconocer que me tomé un par de días para contestar, luego de pensarlo mucho, le dije al director que yo no iba a aceptarlo por cuestiones de principios, pero si quería contratar otro dibujante que lo hiciera, que yo renunciaba y asunto concluído. Me contestó que querían que fuera yo quién lo dibujara y si no lo hacía, no habría ningun negocio y que pasara lo que pasara… 
Por suerte nada pasó y lo cuento como una simple anécdota de los años de plomo que tuvimos que soportar…

Lo prefiero en blanco y negro
A mediados de los 80, yo trabajaba en mi estudio con todo un plantel de dibujantes y colaboradores y recibía pedidos de varias imprentas. Me había hecho conocido y sabían que cumplía con los plazos estipulados, por eso me llamaron de Impresora Polo solicitándome un trabajo de arte: otra editorial argentina había traído una revista de unas 120 páginas en blanco y negro y quería imprimirlas en Uruguay porque era más barato, los costos nuestros lo permitían, pero querían darle color. 
Así que me enviaron las 120 páginas al tamaño de impresión y yo y mi gente debíamos colorearlas por el revés de cada página a la acuarela ya que el eccoline, al ser una tinta, traspasaba el papel de fotocopia. (No eran originales). La revista era apaisada con tres tiras y unos 10 a 12 cuadritos por página. Era un trabajito de monje tibetano, así que lo cotizé a 50 pesos cada página (hoy esto suena a propina, pero en aquél año, era un dinero.El dolar estaba a 11. 
Cuando el gerente comercial escuchó mi presupuesto, tembló del otro lado del teléfono. Había solo 15 pesos disponibles para cada página y había que hacerlo en 10 días porque los clientes estaban apurados.
 A pesar de que el gerente era mi amigo y me había enviado muchos trabajos, me mantuve en ese precio y él en el suyo y no llegamos a cerrar el trato. Colgué, busqué el sobre en el que me habían enviado la historieta de El Eternauta y lo mandé de vuelta a la imprenta. Después me enteré que no lograron imprimirlo aquí y siguieron para Chile que estaba más barato que nosotros.  

lunes, 13 de septiembre de 2010

Memorias desde mi tablero

En la vida de un dibujante uruguayo suceden muchas experiencias “nefastas”, que tal vez en otros lugares con otra idiosincracia y nivel profesional no las haya, o yo no las conozca. A mí me han tocado las malas experiencias que según dicen, fortalecen el espíritu, aunque dejan marcas y sabores amargos, de los que preferiría olvidarme. Pero este blog lo hice con el fin de mostrar mis trabajos y contar mis anécdotas, por lo que no voy a dejar pasar estas:
Los cobros evasivos
Ya conté que estuve publicando en la revista "Rico Tipo" de la última época. El pago era menguado y yo estaba asentado en Montevideo, publicando en varios lugares, me faltaba tiempo para ir a Buenos Aires, por eso enviaba los dibujos originales en sobres a la redacción de dicha revista y el cobro lo iba postergando esperando alguna oportunidad para hacerlo. Así que un día, un “amigo”-reservo su nombre porque no hace a la historia- me dijo que al día siguiente iba para la vecina orilla. Yo le pregunté si me podría cobrar unos pocos pesos argentinos que tenía por allá, a lo que me respondió que le hiciera un poder que él me los cobraría. El hombre se fue y el tiempo pasó. Como a los dos años lo ví caminando por la calle Guayabos hacia el centro e intenté acercarme. Creo que bajó la mirada o hizo como que no me vio y se escabulló por una calle lateral. Me dio vergüenza ajena ir a preguntarle por mi dinero, ya que era tan poco que no valía la pena, pero desde ese día no lo consideré ni amigo, ni conocido ni enano de jardín. Años después coincidimos en una entrega de premios- Montevideo Comics me daba una estatuilla y el hombre barbado ni se me acercó a darme la mano. Espero que por lo menos se haya comido una buena parrillada en algun restaurante del Buenos Aires a mi salud.

Treta repetida
El otro “amigo” que me la jugó, me dolió más porque era y sigue siendo un colega. Yo había publicado unas historietas en una revista de una editorial argentina –MOPASA- y me pasaba lo mismo que con Rico Tipo: el pago era poco como para gastar en un viaje vía marítima como antes lo hacía, más el hotel, comida, taxi., así que un día conversando con este señor, me dijo que viajaría a Buenos Aires y como sabía que me estaban debiendo los dibujos, él me los cobraría. Volví a confiar y le dí un poder. Sucedió casi un calco con el otro “cobrador”. Le perdí la pista por años y cuando nos vimos, en ningun momento sacó el tema, por lo que lo dejé como otro “quebranto de caja”.

No hay dos sin tres
Para completar la trilogía, un día me llama un "colega" pidiéndome un poster del “Desembarco de los 33 Orientales” para publicar en la revista “Cosmik”, que era mitad argentina y mitad uruguaya. Como tenía premura, le ofrecí uno que ya había publicado en “Patatín y Patatán” y yo cobraría el 50 % de lo que cobraba por pintarlo. Aceptó y al rato apareció por mi oficina, llevándose el original y diciéndome que en cuanto se publicara, él mismo se encargaría de traerme el dibujo y el dinero. Cuando salió la revista, la compré para ver cómo habían impreso mi ilustración. No era gran cosa porque el papel no era de ilustración y los colores habían perdido en porcentaje, pero por aquellos años todavía las imprentas no habían traído las máquinas de última generación como tienen hoy, y había que conformarse…Llamé al teléfono del colega para preguntarle por el original y mi cobro…Varias veces hice las llamadas, hasta que me atendió una señora que quedó en avisarle. La revista desapareció de todos los kioskos al poco tiempo. …Eso fue por la década de 1980 y ya estamos en 2010...¿Espero un poco más o lo llamo de vuelta?