XANADU 19

sábado, 30 de enero de 2010

Memorias desde mi tablero

Ladran, Sancho, señal que dibujamos
Estoy seguro que no solo a mí me han pasado las cosas deagradables de la profesión de dibujante solitario y que muchos colegas las han sufrido antes que yo. Parto de la premisa que el dibujante nace, luego se hace, ya sea estudiando o luchando consigo mismo, en foma autodidacta hasta alcanzar un estilo y una técnica que  lo diferencia del resto. Eso me parece justo, lo que no me parece justo es el que se me acercó y trató de “extraerme” los conocimientos arteramente y después, “si te he visto no me acuerdo”.
El caso de aquél ignoto que se aprovechó que como yo tenía conocidos en alguna editora, se me pegó como estampilla para que lo llevara y así poder entrar… No, todavía no he recibido ni una postal de él en navidad. O aquél otro que estando en un lugar al que he llegado honestamente gracias a mis habilidades, cayó “a dedo” dirigido casi siempre por un familiar que es conocido del dueño o del secretario de redacción y me sacó de la silla y se sentó él quedándose con todo el trabajo que estuve haciendo.
He sufrido otro espécimen, el que se dijo “amigo” y me trató como “maestro” pero a la hora de mantener su pequeño espacio, hizo lo imposible para traicioneramente, sacarme del medio.
Aunque no lo crean nuestra profesión tiene muchas trampas y alimañas  que nos acechan a cada paso: la pelea despiadada por cobrar una ínfima cantidad de dinero de lo que vale el trabajo, siempre poco y tarde sin ajustarse a un canon, porque como buenos uruguayos, no tenemos una asociación que nos proteja de esos pulpos que solo acaparan para ellos y sus patrones pero que a la hora de pagarnos, parece que les sacáramos las tripas.
Hace años mis dibujos los cotizaba en dólares y me daba el lujo que si no me lo aceptaban, no les dibujaba. Un olvidado dueño de una revista me dijo una vez: “¿te creés que estás en EEUU y que mi revista es el Time?”, pero no tuvo más remedio que pagármelos porque nadie le hacía el dibujo que él quería. Se tomó la revancha, despidiéndome en 2002, cuando el descalabro económico que sufrió el país.

El dibujante uruguayo es una persona de lo más frágil, está solo y a la intemperie.
Basta que un día un gerente se levante con el pié izquierdo y levante el teléfono y en un segundo lo deje a uno sin su paupérrimo trabajo, mal remunerado, nunca ponderado y muy criticado y sin derecho a réplica.
Esto de la crítica me da tirria. He sido criticado por tipos que no distinguen un Picasso de un Renoir o que suspiran por los siliconados superhéroes o mangas, pero que a la hora de dibujar ellos, no les sale un cuadro bien balanceado y la línea les temblequea como si estuvieran arriba de la montaña rusa. Los que mucho critican o hablan son los que esconden sus impotencias e imperfecciones en el dibujo, ¡su falta de dibujo!.
Les valdría más callarse y ponerse a estudiar anatomía, composición y perspectiva. Después que tengan 20 años dibujando sin parar, que sigan callados que así estarán bien.
El buen dibujante no tiene porqué hablar como los políticos. Tiene que dibujar bien y estar siempre estudiando para superarse día a día.
Me duele no ser más positivo y dar un buen mensaje para aquellos que piensan encarar el dibujo como una profesión. Pero si lo intentan deben tener presente que no solo dibujando van a vivir. Tendrán que estar atentos a un montón de situaciones como las que he narrado: arribistas, malos profesionales, aprovechadores, directivos inescrupulosos y la falta absoluta de una ley que les proteja…Aunque esto es relativo: está el ministerio de trabajo: denuncian a la empresa que les paga mal y tarde y la empresa cuando se entera, les deja de patitas en la calle o les hace la vida imposible hasta que se deberán ir por propia voluntad…
Por eso, esta profesión hay que encararla como un estado mental: dibujamos porque nos sentimos bien y es la mejor de las profesiones porque inventamos personajes, mundos, vivimos aventuras imposibles y realizamos cosas como si fueran películas. En fin, el que no se contenta es porque no quiere o no tiene imaginación…

martes, 26 de enero de 2010

Ilustraciones de indígenas




Mi método


Después de la historieta, lo que más me gusta y satisface plenamente es la ilustración, preferentemente de época, donde deba buscar la documentación necesaria para no “payar” en el dibujo y que sea creíble a lo que ilustro. Por eso paso horas –a veces días en las bibliotecas buscando en viejos tomos, láminas que me den ese detalle tan preciso que necesito: el vestido, las armas, los animales, el tipo de auto o avión de esa época exacta.
Buscando el dato
Ya voy con un boceto a lápiz pues he leído la historia y elegido la escena que ilustrará esa parte del cuento o la novela. Cuando consigo el material gráfico vuelvo a mi tablero a encarar el dibujo que parte de una buena composición donde se destacará algo sobre lo demás. Entonces hago otro boceto ya en color –aproximado al final, aunque siempre lo voy cambiando sobre la marcha y si tengo que dibujar personajes busco un modelo adecuado. 
Los modelos
Para los niños he utilizado mis hijos y vecinos que generosamente han posado para mí. Si son personas mayores, mi hijo mayor tiene el físico justo y yo le agrego los músculos necesarios para agrandar la figura- en estos casos de indígenas.Para los perros: mi mascota me ha ayudado mucho con su porte y lo bueno es que solo me cobra en comida para perros.



A dibujar
Ahora sí encaro el dibujo final: hago uno a lápiz lo más definido posible en un papel común, luego lo calco a trasluz a la cartulina especialmente para este fin. Lo perfilo todo con un rapidograf o una fibra negra fina sin engrosar las líneas. Haciendo hincapié en los detalles principalmente. Luego con un pincel fino le doy toques a mano alzada para engrosar algunas partes de la línea y voy completando los negros: cabellos, manchas, etc.



Paso final
Ahora paso a “tensarlo” en un tablerito de madera que tengo para ese fin. Se moja la cartulina dibujada, se aplica sobre la tabla, sacándole todo el aire para que no queden burbujas y se le pega cinta de papel en todo el borde de la cartulina. Cuando se seque, quedará tensa y no habrá problemas de que el papel se doble con la tinta al agua o con el eccoline.
Comienzo el pintado, generalmente por todo lo que sea piel, luego los detalles que insumen más tiempo y al final el fondo. Hago un toque con témpera para resaltar luces u oscurecer algunas partes. Finalizado esto y si me convence, le aplico una capa de barniz para acuarelas y ¡a mandarlo a la revista!.
Y a seguir con otra. Eso es todo, amigos.



domingo, 24 de enero de 2010

Enredos de Familia

Estos cartoons junto a otra docena que tengo guardada, los hice en 1997, previendo alguna contingencia no imaginada, debía tener nuevo material y lo centré en lo familiar. El cuadrito ocupa poco espacio en un diario y es más fácil de negociar y de realizar, aunque siempre debe tener un gag autoconclusivo y los personajes deben mantener ciertas características que son tomadas de la vida cotideana.



A mí, por suerte nunca me faltó trabajo de dibujo y no tuve que salir a venderlo, pero igual lo publiqué en el suplemento de humor de La República "Tío Taba" y en "El Eco de Palmira".

viernes, 22 de enero de 2010

Ilustraciones con niños

La gente menuda la utilicé en muchas carátulas de El Escolar de El País.

La mayoría de mis modelos eran chicos de mi barrio y mis propios hijos, por supuesto.



Casi todas estas ilustraciones las pinté a pincel con tintas eccoline, con agregados de témpera y acrílico.
También usé aerógrafo para los difuminados.

miércoles, 20 de enero de 2010

Memorias desde mi tablero

Lápiz, rapidograf y papel calco
Debe ser muy  frustrante no poder dibujar bien, o más o menos como alguno de los artistas que uno admira, por eso voy a contar un par de anécdotas que tengo en un rincón de los recuerdos, pero sin nombrar a los personajes ya que no es relevante a las historias.
Confieso que el método de estudio que hice se basaba en copiar los dibujos de mis profesores para aprender sus técnicas, lo que a la larga me llevaría a encontrar mi estilo, cosa que creo haberlo hecho hace ya muchos años. Pero la copia se hacía a mano alzada, sin calcar, lo que me viene a la memoria este personaje que en una mesa al lado de la mía, poniendo papel calco sobre  dibujos de otros dibujantes, lo calcaba línea a línea y cuando terminaba: ¡lo firmaba con su nombre!
Así publicó dibujos de Pratt, de Rapela, de Roume y de tantos otros,”adaptándolos” según la ilustración que tenía que hacer. Yo me escapé de su voracidad porque trabajábamos lado a lado.
Pero por lo menos se tomaba el tiempo y el esfuerzo de calcar un dibujo.

Para qué dibujar, si ya estaba todo hecho
Este otro personaje “robaba” literalmente dibujos y le ponía su firma. Como en aquellos años, internet no existía y las revistas extranjeras casi no llegaban a nuestra plaza, era muy difícil  detectar el plagio, pero para un recién llegado de Argentina como yo, y habiendo conocido el estilo del gran Arturo del Castillo, no era muy difícil ver el engaño que aquél “dibujante” le hacía a la empresa para la que trabajaba. Un día lo encaré y le pregunté si sabía que esos dibujos que publicaba bajo su autoría–usaba un seudónimo- eran del chileno del Castillo: la historieta en cuestión : “Los 3 Mosqueteros”de Alejandro Dumas.
Casi sin mirarme, me dijo que yo estaba equivocado y que esos dibujos eran hechos por él, y que el estilo podría ser parecido a ese otro pero que él no lo conocía…Y se fue lo más campante. Al otro año, en la misma revista ví una nueva historieta que me pareció era de un italiano: Dino Battaglia, que tenía una línea muy clara, un estilo muy avanzado para los 60´s y el guión era sobre el espacio exterior. Se llamaba “Selene” y estaba firmada por el "dibujante" en cuestión. Astronautas, naves espaciales, las antípodas del estilo de “Los 3 Mosqueteros”, en línea, guión y color. Sin movérsele un músculo de su cara me dijo que había cambiado su estilo para “aggiornarse”, pero que era de su autoría. Yo era muy joven y no quería enfrentarme a un dibujante que me llevaba más de 20 años y era muy respetado en la editora, así que puse “violín en bolsa” y me callé. El tiempo pasó y hace unos años, encontré aquella historieta en Internet, completa y con la firma de sus verdaderos autores: dibujos Dino Battaglia y guión Milo Milani, publicada en la gran “Corriere dei Ragazzi”.
Otro dibujante pragmático
Hay más, estando en otro diario junto a un verdadero dibujante que hacía sus dibujos de memoria prácticamente- yo lo veía, porque trabajábamos juntos- un día me dijo, bastante enojado:
-¡Gezzio, vamos a tener que pasarle la cuenta a fulano! ¡estamos trabajando para él! ¿viste cómo nos usa nuestros dibujos?-
y me mostró ilustraciones publicadas que eran casi calcos de dibujos de ambos, pero con la firma del novel dibujante. Pero no pasó nada. Nunca le dijimos que nos habíamos dado cuenta que nos plagiaba. Consideramos que estaba en una etapa de aprendizaje y que si quería copiarnos, lo hacía porque nos admiraba y aprendía.Y además se ganaba unos pesos…

Es normal que en todo dibujante se encuentre un atisbo de estilo de otro admirado, ya sea en la línea o en la manera de entintar porque aunque no queramos, ese estilo se nos ha “pegado” de tal forma que lo asimilamos mecánicamente con el nuestro.
Lo que no está bien es copiar TODO el estilo porque así se roba descaradamente el trabajo de investigación y los largos años de esfuerzo que ha sufrido ese dibujante hasta conformar su “estilo”.

Todo por un diploma
Un caso curioso que recuerdo, es el de un compañero que cuando la empresa donde trabajábamos le había pedido certificar sus estudios pués él había entrado a ese trabajo de dibujante; como decimos vulgarmente “en paracaídas” o “a dedo”. En fin, no tenía un diploma que certificara que había hecho algún curso de dibujo. Por esos años, Bellas Artes estaba clausurada por la dictadura y a este "amigo" se le ocurrió una idea salvadora: se inscribió en Continental School -la escuela de dibujo por correspondencia-, pero él tomó las clases personales. Fue una semana a esas clases y un día se apareció con un diploma ¡vacío!.Tuvo la suerte de hallar uno sobre una mesa  y sin que lo vieran. Entonces, haciendo gala de su caradurismo, rellenó los renglones con su nombre y demás datos y garabateó una firma. Presentó el diploma y se lo aceptaron.

miércoles, 13 de enero de 2010

Ilustraciones históricas




Cuando el director de El Día de los Niños me pedía que ilustrara sucesos de la vida real se me hacía agua la boca. Disfruté mucho, buscando información escrita como gráfica. Me pasaba horas en la biblioteca de la Alianza Uruguay- EE.UU. de cuyos libros tomaba apuntes o me los prestaban para tenerlos en mi casa.Estas páginas de "La Gran Carrera de 1895" se publicaron de a dos hojas en 1975. Notarán el texto pegado. Eso también ya es histórico, porque era procesado en las linotipos y me daban fajas de papel impreso con el texto- que yo previamente había "marcado" o sea: le indicaba al linotipista el cuerpo, el tipo de letra y en qué bloque de cuántos centímetros lo quería. Luego lo recortaba y pegaba en los lugares que dejaba para ese fin.

La técnica es pluma y pincel. La textura fue hecha con trapo de tramado grueso, mojado en tinta china y aplicado directamente. También usé esponja y témpera blanca para tapar.

domingo, 10 de enero de 2010

Dossier bélico

Estas ilustraciones, junto a otras más, las hice con el propósito de publicarlas en la revista Balazo, pero no fue así porque la revista llegó solo hasta el número 9 y tuvimos que dejarla en un rincón de la memoria...
Así es que las publico en el blog  antes que  se las coman los "peces de plata" o la humedad, como ya me ha sucedido con muchos originales.


jueves, 7 de enero de 2010

Remeros Cadetes


Como ya lo he escrito antes, siempre busqué en los temas para mis historietas la diversidad, por eso dibujé la historia del pequeño esquimal Nuk, el gaucho Santos Cruz, un chico moderno como Tente y tantos otros que iré recordando en este blog. Así fue que encaré una historieta deportiva, pero de un deporte poco y nada publicitado, por lo pronto para la época en que lo propuse en “El Día de los Niños”: “Remeros Cadetes”.


Para escribir el guión y documentarme, utilicé mi propia experiencia, ya que en mi adolescencia, de los 15 a los 20 años, yo había sido un remero en el único club de remos de mi ciudad, junto a un inolvidable grupo de amigos y que conseguimos numerosos premios en Melilla, Mercedes, Carmelo, en el río Uruguay que baña las costas de mi ciudad (Uruguay), y en San Fernando (Argentina). Por eso me fue fácil imaginar algunas aventuras de un grupo de remeros que se publicaron en 1972 en el mencionado suplemento y que tuvieron la anuencia del Club Uruguayo de Remo que me envió una carta felicitándome.

Desgraciadamente no tengo los originales, por lo que tuve que scanearlos directamente de mi colección y como está encuadernada se nota esa sombra, pero creo que para conocer esta historieta, vale.

Humornautas, humor espacial


Esta es una media página del diario dedicada a las historietas y entretenimientos. 
Allí estaba mi "Humornautas".




Cuando entré al diario El Día, allá por 1965, se publicaba una página de entretenimientos,  con tiras americanas y “El detalle que faltaba” tira del argentino Felipe Dobal; un cartoon “Las 7 diferencias”, dibujado por un tal Fola, (años después conocí a Geoffrey Foladori, el inglés que vivía y dibujaba desde Montevideo y sus trabajos eran distribuidos por la agencia “Opera Mundi”.)el infaltable  horóscopo, palabras cruzadas y la programación de la TV.
Por supuesto que lo primero que hice fue intentar “entrar” con una tira en esa página, pero fui rechazado, no por que mis dibujos fueran malos –el diario ya me había empezado a publicar- sino que como todos los diarios de la época eran proveídos por material sindicado y eso les salía más barato, en el “paquete” venían fotos, noticias y cualquier cosa que el editor de turno necesitara para relleno.
Años después, Fola dejó de publicar en esa página y fue sustituído por Angel Umpiérrez con su cartoon “Las 7 semejanzas”.
Me hice muy amigo de Umpiérrez, era un hombre muy generoso y me dio las pautas de cómo vendía sus trabajos: la tira muda “Don Cristóbal” y el cartoon “Las 7 Semejanzas”. Había dejado la agencia que le distribuía sus dibujos porque lo estafaron y entonces él era su propio representante.
Viajaba mucho y en cada ciudad que iba, dejaba muestras de sus trabajos en los diarios y a los que no llegaba, enviaba por correo un muestrario que tenía preparado para ese fin. Así publicó en muchísimos diarios de la Argentina, Chile, Paraguay, Ecuador y Centro América. Y como era amigo de Fola, éste le avisó que dejaba de colaborar con El Día y, ni corto ni perezoso, Umpiérrez entró enseguida.

En aquella época, la imagen (foto-dibujo) a imprimir era grabada al agua fuerte en un plato llamado “cliché”. El cliché se hacía generalmente de un polímero que consistía en un apoyo de metal o de acero endurecido. Entintada su superficie se imprimía y eso era lo que Umpiérrez hacía. “Cobraba” en clichés para después sacar copias y así revenderlas en otros diarios y eso le daba la ganancia, que era lo que me propuse hacer. Mi oportunidad llegó cuando Amstrong pisó la Luna. Se me ocurrieron chistes mudos sobre ese tema de mucha actualidad y presenté muestras bajo el nombre de “Humornautas”, al secretario de redacción que me mandó a hablar con el gerente. 
Creo que lo que más influyó en la decisión de aceptarme los cartoons fue que yo les puse como único precio el cliché de cada día. Y así entré en la página de historietas del diario con mis personajes planetarios metidos en un cuadrito (cartoon) pero al poco tiempo me dí cuenta que había hecho un mal negocio: los chistes no eran tan fáciles de hacer: el tema era muy restringido y al estar dibujando para el suplemento El Día de los Niños, casi no tenía tiempo y siempre llegaba tarde con mi cuadrito, pero yo me lo había buscado y tenía que seguir el consejo de Umpiérrez: “tenés que dibujar algo original, mudo, así se puede publicar en cualquier país y lo cobrás después, cuando se publique en otros diarios”. 


Pasado un año, tenía una caja hasta el tope de clichés de metal que pesaban una tonelada y no había colocado nada en otros diarios, solo en el semanario “El Eco de Palmira” de mi ciudad, que por supuesto, no les cobré nada. No podía gastar tanto en paquetes con muestras para enviarlas por correo a los diarios.Aunque envié a los más importantes. Clarín me contestó protocolarmente diciéndome que tenían el staff completo (era cierto ¡y qué dibujantes!), y que por el momento no iban a publicar nada nuevo. Y así llegué al tercer año cuando el secretario de redacción de El Día me informó que ya no tenían interés en ese dibujo (debo confesar que yo ya no tenía ni ideas )y todo terminó en buenos términos, porque seguí en El Día de los Niños y en el propio diario con mucho trabajo.
Ya había concretado mi sueño de publicar en una página de historietas…