El editor improvisado
De chico siempre llenaba mis cuadernos de la escuela con historietas, generalmente humorísticas que era lo que más fácil me salía. Las “serias” las copiaba de las revistas argentinas o mexicanas, generalmente de vaqueros que eran las que más me gustaban.
Las dibujaba a lápiz, porque tinta no había y pluma, las clásicas “cucharitas” que no podía usar porque eran para hacer los deberes. De pincel ni hablar.
Martes
Cuando estuve en el liceo, conocí el hectógrafo, que se hacía en un recipiente rectángular- generalmente en una fuente pedida a mi madre, se le ponía gelatina de pescado derretida a “baño maría” y que permitía hacer hasta 12 copias de un dibujo, por medio de una tinta especial previamente refilando el dibujo.
Así, junto a mi primo Jorge Tatto, que me ayudaba para comprar las cosas, hice mi primer revista de tirada titulada: “Martes”, llena de chistes gráficos y “notas jocosas”. Jorge, que además escribía algunos cuentos, la vendía en el Liceo y con lo recaudado, lo invertíamos en la próxima “revista”. Pero un profesor, -siempre hay uno- luego de leer el segundo número, la censuró por un cuento de alto contenido “erótico” –según él. Y no nos permtieron venderla más en el liceo. La “empresa” debió cerrar por falta de lectores.
Otro tanteo editorial…
Cuando ya fui profesional, trabajando el El Día, intenté de nuevo hacer una revista con todas las de la ley. Escribí los guiones de las historietas. Llamé a un joven dibujante y amigo: Angel Rueco, que dibujaba “Carozo y semilla” en Charoná y le gustó la idea. Cobraría algo si la revista vendía. Pedí una historieta que se publicaba en El Día de los Niños, con guiones de Eduardo Ferrer (Lfante) y dibujada por José Rivera: “Paloma y Pequitas”.Rivera, generoso amigo enseguida me dio unos originales. Cuando consulté a distintas imprentas lo que me costaría la impresión, opté por dejar de lado el “negocio editorial”. Era demasiado gasto para un dibujante que recién empezaba y con lo poco que cobraba no podía gastar en un sueño loco.
Mi primer revista de verdad: Bombón.
Pasaron los años y yo ya tenía a Bombón con mucha publicidad, gracias a El Día de los Niños. Hablé con Cristina Cristar, colega del suplemento, quien enseguida aceptó integrar una sociedad para sacar la revista y después con Walter Lemos, otro de los dibujantes del suplemento, para ilustrar “El desierto”, un cuento adaptado de Horacio Quiroga.
La registré según marca la ley y me dieron crédito en una imprenta donde me conocían por mis dibujos. Tuve una reunión con los distribuidores, por lo que madrugué porque estaban desde las 5 de la mañana en la distribuidora, pero tal vez por mi juventud o falta de experiencia me encararon con mala onda, diciéndome que para hacer una revista, primero tenía que haber “hablado con ellos, porque ellos sí sabían cómo hacer una revista” y que tenía que dejarla en consignación, que después me avisarían cuando pasaría a cobrar las ventas. Ni chisté porque uno de ellos, portaba un arma en su cinto, que se la ví cuando movió el saco, para sacar su tarjeta de visita… Esa mañana anduve mirando por los quioscos del centro pero sólo la ví colgada en uno de la calle Cuareim. Entonces fui a otro donde tampoco estaba colgada, y le pregunté al quioskero por qué no ponía mi revista a la vista del público. Me contestó que la revista, además de ser uruguaya, tenía color “solo en las tapas”. Adentro era en blanco y negro y tomando una mexicana de las que había por montones me remató: -“Mire, ésta está a todo color. Vale menos que la suya y tiene superhéroes. Esto casi no se vende.¿Cómo se va a vender la suya?”.
-Pero si ud. no la exhibe, cómo se va a enterar la gente que está a la venta? y si la revista es cara, es porque me sale cara imprimirla, -le contesté ya caliente, pero el hombre tenía razón. Era imposible hacer una revista con los costos de impresión que tenía, además el distribuidor se quedaba con el 50 % del precio de tapa. Para ser claro: trabajaba para otros que estaban sentados esperando que un gil como uno se le ocurriera sacar una revistita para chuparle la poca sangre que le quedaba. Pero ese sigue siendo el sistema de distribución e impresión en nuestro país, así que “boca chiusa” porque se ofenden si le decís algo y te marcan de por vida.Con lo dicho, queda claro que la revista feneció rápidamente, dejándome el primer sabor amargo como editor frustrado. A pesar de todo y gracias a unos pocos avisos que pude conseguir, pagué los costos de la imprenta.
El semanario Orsai
Como nunca me amilané, -uno de mis tantos errores- al pasar los años volví a la carga con otra, pero ésta ya estaba en la calle: era el semanario cómico deportivo “Orsai”, dirigido por Jorge Pasculi y con el que yo colaboraba. Pasculi tenía su oficina al lado de mi estudio y me dijo que quería largar Orsai porque iba a sacar otro semanario político: “Las Bases”. Le dije si quería vendérmelo que yo lo continuaba con todo los dibujantes que tenía. Llegamos a un arreglo y así seguí como dueño y director.
En las tapas rotaba a los dibujantes: ésta fue dibujada por Cibils,
pero además hubo de Hornes, de Cazalás y mías...
El semanario salía los martes con chistes sobre los partidos del fin de semana. Había que armarlo ¡ a mano!, escribirlo y dibujarloen la noche del domingo y llevarlo antes de las 6 de la mañana del lunes a la imprenta, para que estuviera pronto a últimas horas de la tarde. Así el camión de la distribuidora lo pasaba a buscar y el martes de madrugada se distribuía. Los distribuidores era Berriel padre y Martínez, aunque su hijo ya andaba por allí…
En Orsai "practicaba mucho el dibujo de la figura femenina.
Como fanático de las tiras, dediqué una página y cada dibujante publicaba su personaje, relativo al deporte por supuesto.
Como este semanario había salido del equipo de Guambia, con Dabezies como impulsor, tenía un tiraje que daba como para mantenerse, pagando a todos los colaboradores y a la imprenta. Publiqué 10 números y lo cerré, porque ya tenía otra publicación “in mente” que creía podía ser una “pegada”…
Lengua Larga
Los quioscos ofrecían material erótico importado y Dabezies había probado con la “Guambia verde” y parecía que después de una época oscura que debimos sufrir, el humor erótico podía funcionar. Yo no quería hacer una revista simplemente porno; mi idea era algo como “Rico Tipo” pero aggiornado, así que llamé a Roberto Bussero que era un buen periodista y me ayudó a armar el primer número. Invité a todos los dibujantes y periodistas que quisieran hacer algo y muchos se anotaron generosamente:
En dibujos: José Rivera, Alvaro Alcuri, Oscar Abín, Eduardo Hornes, Baltasar De Rosa, Rolando Salvatore, Eduardo Mayans, Daniel González, Leslie, Augusto, Jardím, Alvaro Osuna, Roberto González y yo. Con notas y cuentos: Roberto Bussero, Domínguez (Guruyense), Gerardo Graña, Juan C. Vivas y como fotógrafos Rómulo Prieto,Julio Amaral, Bolívar Marchelli y Juan M. García.
La revista arrancó bien en febrero de 1985, teniendo en cuenta que estaba Guambia, que aunque era de humor más político, varias veces intentó con los chistes eróticos y no anduvo muy bien como se esperaba.
Algunas tiras que dibujé para Lengua Larga.
Otra vez el problema fue que el costo de impresión era muy alto, además del porcentaje que había que dejar al distribuidor, casi no me quedaba para pagarles a todos por sus trabajos. Además estaba distrayendo mi tiempo como profesional y me atrasaba con mis clientes.
Una de las páginas centrales que hice para la revista con el tema recurrente...
Para colmo y para rematarlo, vino una orden del Ministerio de Cultura, (yo nunca ví esa orden), que había que ensobrar la revista: no se podía exponer a la vista del público, lo que hizo más difícil la venta, que cayó hasta que me dí cuenta que debía terminar con esa quijotada, porque el rojo se había apoderado de mi cuenta bancaria. Saqué un total de 10 números, uno de ellos de 64 páginas de 13,5 cm por 19 que fue un “especial de invierno”
Eroticomix
Como ya que tenía crédito en la imprenta y consultando al distribuidor hice otra revista y entonces lancé: “Eroticomix”, historietas eróticas dibujadas por colegas que me acompañaron en mi último esfuerzo editorial: Enrique Ardito, Roberto González,Abín, Daniel González y Eduardo Hornes. Como centro coloqué una foto “levantada” de una revista extranjera de una modelo en pose más que erótica.
Recuerdo que me llamó el dueño de la imprenta para mostrarme las primeras pruebas y mirándome serio me dijo: -
“¿Está seguro de publicar esa foto? ¡Se la van a cerrar! ¿qué hago, sigo?
-¡Siga y enviélas al distribuidor- le dije- que yo me hago cargo.
Y me hice cargo. La revista era pequeña de aspecto: 13,5 cm por 19, aunque tenía 64 páginas, pero en blanco y negro. Solo el centro y las tapas estaban a color. Y por supuesto los quioskeros no le dieron el lugar que debía tener y apenas se vendió. Con lo que quedó, la rematamos en los ómnibus del interior y con eso llegué a pagar lo que debía. Entonces tomé la decisión de no meterme más a editor, preferí trabajar para otros y cobrar.
Pero el tipo es el único animal que se golpea dos veces con la misma piedra y yo fui ese animal. Después la sigo….