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XANADU 19
martes, 27 de diciembre de 2011
jueves, 22 de diciembre de 2011
lunes, 19 de diciembre de 2011
Memorias desde mi tablero
Cuando un amigo se va...
Eduardo Barreto en la Escuela Uruguaya de Arte (1978)
Llegó una lejana
tarde de 1971, al salón de la Biblioteca
del diario El Día, donde nos reuníamos todos los lunes para confeccionar el
suplemento infantil “El Día de los Niños”. Con
apenas 17 años, una carpeta con historietas del Cid Campeador bajo del
brazo y la compañía de su madre. El director nos pidió nuestras opiniones a
José Rivera y mí sobre su dibujo.
Coincidimos que estaba en el buen camino, influenciado por Foster y con la
línea recargada, pero tenía “algo”, que el tiempo nos dio la razón; sería un
destacado historietista ¡y cómo!.
Se llamaba Luis
Eduardo Barreto y empezó publicando dos páginas semanales de esa historieta del
Cid, luego hizo Skylab, una aventura espacial desarrollada en una estación
espacial y ya con más destreza; “El Poderoso Halcón”, con un dibujo más consumado, con la mira
puesta en su artista favorito Russ Manning.
De carácter amable, dispuesto a ayudar en lo que fuera, se instaló en el suplemento y al tiempo realizó ilustraciones también.
De carácter amable, dispuesto a ayudar en lo que fuera, se instaló en el suplemento y al tiempo realizó ilustraciones también.
Nos hicimos muy
amigos y los sábados llegaba hasta mi casa, donde juntos dibujamos algunas
historietas históricas para la revista Charoná e hicimos una de Robin Hood para
el suplemento del Día.
Me acompañó en la
creación de la Escuela Uruguaya de Arte, junto a Rivera, Lemos, Umpiérez,
Federici y Couto.
Intentamos colocar
un suplemento de historietas en el diario El Día, pero tenían una política muy
cerrada respeto a eso y entonces intentamos colocar material al exterior, para
lo que le escribí una historia de ciencia ficción “Alfa y Beta”. Eduardo dibujó
unas 10 tiras, pero él siguió buscando por su cuenta y llegó hasta United Press
donde le compraron “El Poderoso Halcón”, y cuando se quedó sin material me
pidió que le hiciera los lápices. No duró mucho porque no rendía económicamente
y se desmotivó.
Yo viajaba seguido a
Buenos Aires, ya que seguía publicando algo en las revistas de Mazzone y cuando
Eduardo se enteró que había estado en Editorial Columba y que yo no quería
entrar porque me pedían seguir la línea de Dalfiume (cosa que me negué, no
porque no me gustara el estilo, sino que yo ya tenía varios años de oficio en
el medio y no me veía copiando a otro artista), así que me acompañó y lo
presenté a Antonio Pressa, el jefe de arte de la Editorial.
Luego de mirar las
enormes tiras del Poderoso Halcón, Pressa le dijo que podría hacer algo, pero
debía quedarse en Buenos Aires y que debía seguir uno de los consagrados: en
ese caso Altuna que hacía Kabul de Bengala. La cara de Eduardo era una fiesta.
Nunca pensó en las dificultades, sólo en dibujar y publicar y aceptó sin
preguntar lo que le pagarían.
Volvimos a
Montevideo, porque él tenía su esposa y su primer hijo viviendo aquí. Además
debía comunicar su baja del suplemento.
El caso fue que se
largó a Buenos Aires, donde –según me comentó años después- tuvo que hacer de
todo en la editorial, hasta que le dieron los guiones de Oesterheld (creo que
hizo 10 historias de Kabul). Pero tuvo un problema ya que a Robin Wood no le
gustó su estilo para uno de sus personajes.
Eduardo había congeniado con los
hermanos Villagrán y trabajaba en el estudio. Se le notó el cambio en su
estilo. Sus personajes eran más corpulentos y musculosos y había cambiado para
bien la forma de colocar las luces y sombras.
Una tarde estábamos
en plena tarea de realización del suplemento de los niños cuando apareció de
nuevo, con su sonrisa de siempre. Había vuelto para quedarse.
La situación
económica no le era favorable ya que el pago en Columba no era mucho.
Entonces se le
dieron dos páginas donde realizó una historieta de un joven de la edad media,
con excelente pincel y que distaba mucho de su Poderoso Halcón. Tenía fuerza y
personalidad su línea. Después incursionó en el dibujo infantil, ilustrando el
cuento de Pinocho en historietas. Hizo muchas ilustraciones. Pero él tenía otra
meta y nos lo dijo: quería probar suerte en la meca del comic: EEUU y un buen
día se largó y yo no supe más de él, hasta muchos años después que nos
encontramos en mi oficina de la Intendencia, donde me contó que había vuelto a
Uruguay, porque no soportaba el invierno, ni su señora y sus hijos, pero que
seguía dibujando desde Montevideo.
Se había instalado
en una oficina, cerca de mi estudio, en la calle Sarandí. Un día vino a verme y
junto con otros dibujantes planeamos hacer de nuevo la Escuela Uruguaya de
Arte, pero quedó en proyecto porque en esos años todos estábamos cubiertos de
trabajos.
Compartió el staff de la revista Balazo generosamente a pesar de sus muchos trabajos para el exterior, con una historieta guionada por Carlos Federici.
Compartió el staff de la revista Balazo generosamente a pesar de sus muchos trabajos para el exterior, con una historieta guionada por Carlos Federici.
Hace un par de años
me envió un email, diciéndome que quería tener originales míos, que le pusiera
el precio y que nos viéramos. No me pareció correcto cobrarle mis dibujos, así
que le contesté que eligiera los que quisiera y que él me los cambiara por
alguno de los suyos. Me contestó afirmativamente, pero enfermó desgraciadamente
y ya no nos encontramos, salvo unos mail más donde yo lo consultaba sobre su
estado de salud.
Y este diciembre de
2011 se fue definitivamente.
Vivió dibujando todo y de todo, furiosamente, como si no le alcanzara el tiempo…como si supiera que debía aprovechar esos 57 años años para cumplir su sueño de ser un excelente historietista uruguayo dibujando los personajes más icónicos del comic americano.
Vivió dibujando todo y de todo, furiosamente, como si no le alcanzara el tiempo…como si supiera que debía aprovechar esos 57 años años para cumplir su sueño de ser un excelente historietista uruguayo dibujando los personajes más icónicos del comic americano.
domingo, 18 de diciembre de 2011
viernes, 16 de diciembre de 2011
sábado, 10 de diciembre de 2011
martes, 6 de diciembre de 2011
Leyendas ilustradas
En mi época de dibujante para "El Día de los Niños" tuve de hacer varias páginas de leyendas americanas ilustradas. Una de ellas fue "La gratitud del ñandutí" del folclore paraguayo.Por razones de espacio debía sintetizar en pocas páginas la esencia del cuento. Esta la comprimí en 4 páginas, como aún no había computadora y el texto del diario no me gustaba, le dibujé la letra también.
sábado, 3 de diciembre de 2011
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