CARLOS MARIA FEDERICI
[Charles Fedson]
Mi querido amigo ha optado por permanecer lejos del mundanal ruido del moderno comic que adoran las nuevas generaciones, fiel a sus gustos de la "golden age" americana, y aunque sea reconocido entre muchos de los nuevos dibujantes, no dibuja desde hace muchos años, ya que su mayor aporte lo ha hecho para la narrativa, en cuentos y novelas pero que tampoco lo ha encumbrado al lugar que se merece.
Cuando hice la web de Comigráfika (hace muchos, muchos años, me escribió lo que sigue a continuación y que lo describe.)
Es montevideano, y se ha obstinado en residir en esta pequeña gran ciudad durante más años de los que el decoro consiente en mencionar, pese a que la peripecia de alguno de sus personajes roce la frontera exótica del Extremo Oriente, o incluso los límites de la Nebulosa del Cangrejo. Su actividad, cuyo comienzo puede situarse a principios de la década del '60, se ha venido centrando mayormente en la narrativa "de géneros" (policial, fantasía, ciencia ficción y/o terror); pero el comic ha tenido sin duda un lugar de preferencia, aunque no de volumen, en ella. Si la cantidad de sus obras en este medio de narración secuencial es decididamente magra, y su calidad debatible, en cambio no puede negársele, en varios casos, cierta cualidad pionera, al menos en nuestro ámbito. Barry Coal, su primera producción publicada (1968), tuvo dos interesantes particularidades: por un lado, constituyó el primer intento de realizar una tira "de aliento internacional" que se registró en estas playas; por otro, el hecho de que el protagonista (cuyo apellido puede traducirse, literalmente, "carbón") fuese un detective negro, no tenía hasta entonces precedente, ni siquiera entre las historietas extranjeras. Su trayectoria, por desgracia, fue tan breve como la del periódico que la albergara, clausurado en pocos meses por motivos políticos. En 1973, Dinkenstein, la segunda incursión por parte de Federici en el comic digna de mención, materializó toda la admiración del autor por las viejas películas de terror del sello Universal, además de su casi culto por los creadores norteamericanos de comic de los años '50. Concebida en principio para el mercado de EE. UU., se publicó, en cambio, en Argentina, Bélgica y finalmente en nuetro país (la etapa, paradójicamente, de más difícil culminación de su accidentado ciclo). Finalmente, "Jet" Gálvez, que apareció en 1980-81 en páginas de una revista paraescolar de la época, resumió también una serie de convicciones sustentadas por quien la firmó. Una aventura de ciencia ficción en episodios a colores, destinada a públicos preadolescentes, no dejaba de lado, sin embargo, ciertos guiños al lector veterano, en forma de alusiones a personajes e historietas clásicos, como asimismo en la factura de los diálogos, que mucho debían al modo norteamericano de los buenos tiempos. Se evitaba la apariencia desagradable, agresiva y áspera del comic más reciente, procurando una general impresión de simpatía, inclusive por parte de los "villanos" y de los escasos "monstruos" que figuraban en la trama. "Un futuro 'como los de antes'" fue la frase que un crítico le dedicó, en son de encomio, halagando al autor, que se vio correctamente interpretado en sus esfuerzos. Luego de eso, Federici realizó exposiciones de originales (1981, 1984, 1985), aunque sin perder de vista la principal finalidad del género, que debería destinarse a la dinámica de las prensas antes que al estatismo de la galería. Sin perjuicio de lo cual , él opina que resulta conveniente que, de vez en cuando, se facilite al público la visión de la obra original,a fin de que le sea posible hacerse una idea más clara -generalmente inaccesible a través de las reproducciones- de todo el sudor y en ocasiones, la sangre, que van mezclados con la tinta china. Por motivos similares estuvo de acuerdo con que parte de sus realizaciones figuren en el Museo del Humor y la Historieta de la ciudad de Minas.
Publicados en "Patatín y Patatán"